Hace un par de meses salió a la venta el libro “Cien años de espías y drogas…” del Dr. Carlos Pérez-Ricart, especialista en temas de crimen organizado, comercio de armas, tráfico de drogas y seguridad en la relación México-Estados Unidos.
En él, explora la historia de las diferentes agencias antinarcóticos de Estados Unidos que han tenido presencia en México, como la Drugs Enforcement Administration (DEA). Estas agencias han llevado a cabo acciones ilegales en México bajo el pretexto de combatir el tráfico de drogas que muchas veces son desconocidas por la gente.
Contrario a lo que se piensa, estas han retirado políticas de tolerancia respecto al consumo de drogas; han monopolizado los criterios sobre las investigaciones científicas sobre las sustancias prohibidas; han secuestrado ilegalmente ciudadanos mexicanos para juzgarlos en Estados Unidos.
También han generado narrativas para los medios de comunicación que culpan a México del narcotráfico y, han llevado a cabo operaciones antinarcóticos que implican abusos de fuerza y violación de derechos humanos. Dicho de otra forma, por Carlos Pérez-Ricart: “Lo que la DEA asume como logros ineludibles de la estrategia antinarcóticos… no ha sido sino el detonador de las mayores olas de violencia criminal en todo el continente”.
Esta explicación resulta novedosa no sólo por el análisis de documentos provenientes de distintos archivos de México y Estados Unidos; sino también, por la rigurosidad en la comprensión del fenómeno del narcotráfico y su combate. Una rigurosidad ausente en otros medios que abordan el mismo tema.
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Combate al crimen organizado, una. historia que tiene dos lados de la moneda
Para explicar de manera sencilla este tema, Ricart divide el libro en dos partes. La primera, aborda las primeras políticas e instituciones dedicadas a la criminalización y combate contra el cultivo, tráfico y consumo de drogas; ahondando en los procesos de forma general y sencilla para quien no esté familiarizado con el tema.
La segunda parte se enfoca en explicar las ideas y prácticas de cinco agentes antinarcóticos estadounidenses. Para ello, critica los vacíos en sus explicaciones y desmiente constantemente sus afirmaciones. A la par, hila un gran número de prácticas racistas, clasistas, inhumanas e irracionales que, al ser una constante entre agentes, demuestran el peligro que las agencias antidrogas norteamericanas representan para México.
Sin duda alguna, este es el punto más interesante del libro. Plagada de historias fantásticas, como el agente retirado que llegó a ser vendedor de viajes espaciales, y sucesos turbios, como el agente que confiesa haber participado en episodios de tortura y asesinato junto al ejército mexicano, el Dr. Ricart realiza un trabajo implacable con el objetivo de separar la verdad de la mentira.
Ciertamente, una investigación de este tipo resulta una tarea abismal, por lo que, como bien reconoce el autor, el esfuerzo por documentar la vida y obra de los agentes antidrogas en México es un trabajo incompleto. Por una parte, los archivos callan e ignoran cosas y, por otra, indagar y cotejar la vida de los agentes es una tarea abismal.
Aun así, gracias a su lenguaje claro y sencillo, en donde el tiempo desaparece con el movimiento de las páginas, el libro “Cien años de espías y drogas” es un ejemplo perfecto de divulgación histórica. Logra explicar conceptos y teorías de forma ágil y entretenida, intercalando entre las vidas irreales de los agentes y su contexto sin perder el hilo de la narración; plagada de frases sarcásticas que señalan la inverosimilitud en las vidas de los agentes.
Por: Luis Gerardo Domínguez (@Lgdm99) y Alecxaí Yllades de la Fuente (@AlecxaiY) historiadores integrantes del curso “Narcotráfico y Crimen Organizado en México” de la UNAM. Twitter @NCO_FFyL