Los demócratas aseguran que el futuro de la democracia estadounidense está en juego en las elecciones de medio término del 8 de noviembre.
Y es muy posible, incluso probable, que tengan razón.
Es en gran medida, el de los partidarios del expresidente Donald Trump, convencidos de que hubo fraude en los comicios de 2020, y ahora se preparan para convertirse en jueces y fiscales de los resultados de la votación próxima, cuando se determinarán 435 asientos de la Cámara baja, 35 de las 100 curules en el Senado del Congreso Federal, así como 39 gubernaturas y miles de puntos menores, incluso legislaturas estatales.
De hecho, muchos militantes republicanos han buscado registrarse como observadores o integrarse a las comisiones electorales de los estados, del nivel de escrutadores para arriba, con la idea de detectar posibles fraudes y, según el estratega político proTrump, Stephen Bannon, la misión de buscarlos.
"Estaremos allí y haremos cumplir esas reglas; desafiaremos cualquier voto, cualquier boleta, y tendrán que vivir con eso, ¿de acuerdo?", declaró Bannon al diario The Washington Post.
Claro que para ellos, según el entrenamiento que se les ha dado en el Partido Republicano, todo voto en contra puede ser producto de trampa, desde la identidad del votante opositor, hasta su condición migratoria o legal, o la manera en que el sufragio fue emitido.
La formulación puede someter los resultados de las votaciones en toda la nación a un nivel sin precedentes de sospecha y cuestionamiento.
De los 496 candidatos republicanos a la Cámara baja, el senado o gubernaturas, 225 están en carreras con más de 95 por ciento de posibilidades de triunfo, según análisis de la prestigiosa empresa "539". Del total de aspirantes, al menos 185 han negado la legitimidad de las elecciones de 2020 y de ellos, 124 tienen la victoria casi asegurada, especialmente en distritos de la Cámara baja que fueron literalmente diseñados para garantizar mayorías republicanas (también hay distritos que buscan asegurar votos demócratas).
"En general, una mayor proporción de los que niegan las elecciones se postulan en las contiendas con R sólida (de elección asegurada) que los candidatos republicanos en general", indicó la empresa de análisis estadísticos.
Pero, más allá de lo que sería una comprensible tendencia a cuestionar resultados desfavorables y no aceptarlos, la actitud de la derecha republicana refleja un brutal cambio cualitativo en un país donde una de las formas tradicionales implicaba el reconocimiento de derrota por parte del candidato perdedor.
Para hacer las cosas más complicadas, mucho del trabajo electoral –los grupos a cargo de las urnas y la votación como tal– se realiza a base de voluntarios que, según la prensa, reportaron hostigamiento y hasta amenazas después de 2020.
Son, por lo pronto, tiempos nuevos, pero inciertos para el sistema político estadounidense.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
MAAZ