COLUMNA INVITADA

Ni tan buenos, ni tan malos

La oposición perdió la oportunidad de frenar la militarización del país en el Congreso, mientras la mayoría de la gente aprueba que esté en tareas de seguridad

OPINIÓN

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Héctor Serrano / Colaborador / Opinión El Heraldo de México
Héctor Serrano / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los militares merecen todo nuestro respeto, en la historia nacional, no son pocas las veces que han servido a su país con entrega y vocación. Un claro ejemplo de ello son las innumerables ocasiones en las que han acudido a prestar ayuda a la población afectada por desastres naturales, sin su presencia, hubiese sido prácticamente imposible que las zonas dañadas regresaran a la normalidad.

La educación castrense prepara a mujeres y hombres para servir a México con un alto sentido de la responsabilidad y del honor, existe una larga tradición de militares excepcionales que han servido a su nación hasta el punto del sacrificio. En este orden, nadie debería poner en duda su valía para el país, pero en el ambiente de extrema polarización que vivimos, los militares han quedado en medio, para desgracia de todos.

Pero tampoco se puede santificar a la milicia, pues también existen capítulos oscuros en la historia de nuestras Fuerzas Armadas y militares que han traicionado a la patria.

El Ejército participó en la represiones orquestadas por los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz y de Luis Echeverría, fueron cómplices en el asesinato de estudiantes, cumplieron órdenes, aunque estas fueron asesinar a civiles desarmados.

Tampoco debemos olvidar, la colusión de altos grados militares con el crimen organizado y los abusos de autoridad, que también les han sido probados. Todo, lo bueno y lo malo, es nuestro Ejército y así debemos entenderlo; como una institución que persigue los fines más nobles para el bienestar de nuestra nación,  pero que como cualquier otra, también es susceptible de que algunos de sus miembros se corrompan.

A pesar de ello, la discusión pública se ha divido, (como todo en estos tiempos), en dos bloques; quienes ven en la militarización del país, el último eslabón antes del autoritarismo, y quienes defienden su participación en todos los ámbitos del gobierno, sin concederles ningún defecto.

Grave error de ambas partes, no hacer el más mínimo esfuerzo para reflexionar sobre la postura del contrario.

El poder que ya fue entregado a los militares no parece que pueda revertirse en el corto plazo, por eso es necesario asumirlo como una realidad y avanzar rápidamente en su regulación. La oposición perdió la oportunidad de frenar la militarización del país en el Congreso de la Unión, además, la mayoría de la población aprueba la participación del Ejército en tareas de seguridad pública. Seguir insistiendo con lo mismo, es necedad.

Se necesita trabajar en un marco normativo que limite el creciente poder de las Fuerzas Armadas en tareas civiles, pero se debe de intentar a través de la conciliación.

Caer en el juego de la confrontación todo el tiempo, sólo abona a los intereses políticos del gobierno. Se tiene que elaborar una propuesta que reconozca la participación militar en los asuntos públicos del país, pero que rinda cuentas a los poderes de la unión.

Es tiempo de asumir nuestra realidad, los militares ya ejercen gran parte del poder político en México y la confrontación con ellos no ayuda en nada. Hoy, más que nunca, hace falta oficio e inteligencia de nuestros legisladores para encontrar una solución.

POR HÉCTOR SERRANO AZAMAR
COLABORADOR
@HSERRANOAZAMAR

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