SALTO CUÁNTICO

La comprensión del amor propio

¿Cuántas veces te dijeron que la codependencia, el apego y la familia, sí hacen daño?

OPINIÓN

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Karina Álvarez / Salto Cuántico / Opinión El Heraldo de México
Karina Álvarez / Salto Cuántico / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

A todos nos educan según las posibilidades de nuestros padres y a la vez a ellos los educaron a las de los suyos, pero, ¿es lo correcto? 

Amor propio. Hemos escuchado mucho esa frase y seguimos sin comprenderla porque no nos educaron a la semejanza de nuestro amor y nuestra luz, sino a la semejanza y la “luz” del otro, de aquel que creyó que “soy así y así moriré”, y que sigue replicando patrones o fractales que se repiten y repiten de generación en generación, 

No nos enseñaron a amarnos, nos enseñaron a sobrevivir, a la Ley de Herodes, a pasar sobre el otro y a fijarnos en las acciones de los demás, antes que en las nuestras. 

Nadie nos educó creyendo en nuestra grandeza, porque muchos padres –no todos- antes de ver el desarrollo del hijo, ya le impusieron hasta la profesión que deberá ejercer, aunque sólo tenga un día de nacido; en culturas ajenas a la mexicana, les siguen eligiendo a la pareja sin antes conocerla. 

Entonces, ¿qué es el amor propio? La capacidad de poder amar sin ver la portada al libro, y entender que todo es un gran cuento, porque cada quien cuenta su propio cuento, me dice desde sus adentros mi Koala. 

“El amor es un suspiro, cuando se inhala y se inspira, es una motivación que a veces se convierte en depravación, si lo entendiste lo viviste y lo respiraste y entonces te vuelves una motivación, y la responsabilidad no se las dejas a nadie, es propia”, concluye. 

Pero a nadie nos enseñaron a vivir así, porque todo es un control, vivimos bajo la neurosis: ‘Quiero que mi hijo sea así’, ‘que tenga lo que yo nunca tuve’, ‘que sea el que saque a la familia de pobre’, etc. 

¿Y cómo se le hace? Pues responsabilizándose de las acciones, nada es personal, nadie nos hace, las palabras importan, lo que quieras controlar lo tienes que gobernar. Seamos reyes, no príncipes. 

Si nos callamos y dejamos al otro ser, encontraremos la respuesta a muchas preguntas, la observación y la contemplación son el camino para la comprensión. Si comprendemos que nuestros hijos no son nuestros, que desde el momento en que salen del vientre son seres individuales, entonces no querríamos controlarlos, los dejaríamos ser, y del ser, pues el amor propio y, por tanto, la libertad. 

A partir el amor propio, comprendiendo que es sin apego, nos libramos de las adicciones, que tan presentes están dentro de nuestros niños: padres sanos, hijos sanos. Si nos conjugamos, en lugar de vernos individuales y comprendemos que el todo es nada y que si le quitamos la presión: fluye; hasta la corrupción se acaba. 

Sincronía: Amor=Roma, ¿y qué es Roma?, es una institución, el amor visto de cabeza, el amor que nunca llegó: ROMA. 

POR KARINA ÁLVAREZ
K.ALVAREZ.ROSAS@GMAIL.COM
@KAFARK84

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