En público nunca lo dirán, pero en privado la coincidencia es total: no hay un solo gobernador del país que no quiera a las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública en sus estados. Ni uno. Todos, de la 4T, y todos los de la oposición, quieren al Ejército y la Marina patrullando sus entidades. Unos más que otros han dejado de hacer lo que deberían hacer: profesionalizar sus cuerpos de seguridad civiles. Y de los alcaldes, ni se diga.
A quienes piensan una cosa, pero hacen otra, el pasado viernes, el secretario de Gobernación les llamó hipócritas.
"A mí me tocó platicar con casi todos los grupos parlamentarios, me tocó platicar con los gobernadores y entre todos se construyó este documento que ustedes van analizar y como decimos los tabasqueños, nuestro pecho no es bodegas, pues les diría que qué lástima me da que detrás de muchos que ejercen tareas de Gobierno prevalezca la hipocresía", dijo durante una reunión con integrantes del Congreso de Sinaloa.
"Con una mano pidiendo a gritos que el Ejército, que las Fuerzas Armadas, que la Guardia civil los ayuden en tareas de seguridad y por otra negándoles a los mexicanos esta posibilidad. Hubo uno que incluso se atrevió a reconocer, por un lamentable incidente en la capital (Culiacán), que si no ha sido por las fuerzas armadas, por la intervención de los militares, hubiese terminado en una masacre. Pues así como las Fuerzas Armadas ayudaron para mantener la seguridad pública, él debió haber sido recíproco, no debía actuar con egoísmo; antepusieron el interés político y eso no se vale", remató. Hipócritas y egoístas, dijo.
Un día antes, el jueves, desde Sonora, también consideró que la conducta de algunos opositores ha sido "pura hipocresía".
"No podemos oponernos a esta modificación legal y al mismo tiempo, como presidentes municipales o como gobernadoras y gobernadores de mandar que nos envíen más fuerza, eso no puede suceder", aseguró.
Yo no iría tan lejos. Más que hipocresía, es conveniencia. Conveniencia, pedir la presencia del Ejército en corto, y callar cuando se les vapulea desde las dirigencias de los partidos de oposición. Conveniencia, no chocar con el presidente López Obrador. Conveniencia, no hacerse responsables de sus policías estatales. Conveniencia, echarle la bolita a la Federación. Conveniencia, darle gusto a sus ciudadanos (80% de los mexicanos -Buendía & Laredo, El Universal ven bien que el Ejército y la Marina sigan en tareas de seguridad pública.
La realidad –y estoy lejos de ser un gustoso de la situación- es que hoy por hoy solo las Fuerzas Armadas pueden ayudar a contener la espiral de violencia. Casi todas –salvo contadas excepciones, quizá en CDMX, Yucatán, Querétaro…- las policías estatales están rebasadas. Para los gobiernos de los estados y municipios es más cómodo pedir ayuda al gobierno federal; levantar el teléfono y que les envíen militares y marinos.
Por encima de eso, y aunque parezca imposible, ojalá como país fuéramos al fondo: construir cuerpos de seguridad civiles, bien pagados, bien capacitados, honestos. Nadie dijo que sea fácil, pero hay que hacerlo. ¿Quién se hace responsable de eso? ¿o quiénes se lavan las manos?
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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