COMANDO Y CONTROL

Geopolítica en el cementerio de imperios

La retirada no sólo comprende a Fuerzas Militares de EU; a principios de 2021, había 12 mil tropas extranjeras en Afganistán

OPINIÓN

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Íñigo Guevara Moyano / Colaborador. / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

Este 31 de agosto, se cumple la fecha para la total retirada militar occidental de Afganistán, el territorio que Alejandro Magno –en el año 330 AC– supuestamente designó "El cementerio de Imperios". Es una fecha significativa pues busca finalizar la ocupación militar antes del 20 aniversario de los ataques del 11 de septiembre a Estados Unidos. Recordemos que el Talibán brindó refugio y asistencia a Al-Qaeda, tras los ataques del 11/S, lo que propició la invasión y posterior ocupación del país asiático.

La retirada no sólo comprende a las Fuerzas Militares estadounidenses; para principios de 2021, había 12 mil  tropas extranjeras en Afganistán, pero sólo la tercera parte eran de Estados Unidos, el resto pertenecían a otros 38 países.  Alemania, Italia, Georgia, Reino Unido, Rumania y Turquía desplazaban un batallón de entre 600 y 1,000 soldados cada uno –junto con vehículos, helicópteros y drones–.  Otros como Australia, Bulgaria, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Hungría, Mongolia, Portugal y Polonia desplazaban grupos militares más pequeños, ya fuera de fuerzas especiales, sanidad o logística; otros 23 países mantenían fuerzas simbólicas de docenas de tropas.  

Durante estos 20 años, Occidente invirtió recursos considerables para organizar y entrenar a las fuerzas de seguridad afganas.  
Estados Unidos invirtió cerca de 90 mil millones de dólares (MMDD) desde 2002.  El resultado fueron unas fuerzas de seguridad compuestas –por lo menos en papel– por casi 280 mil efectivos, comprendiendo 171 mil del Ejército Nacional, siete mil de la Fuerza Aérea y 100 mil de la Policía Nacional que apoyarían al gobierno una vez que los extranjeros se retiraran.
Pero ante la ofensiva de los talibanes  y plagadas por deserción y corrupción, las fuerzas afganas colapsaron en agosto, dejando atrás un arsenal.

Ante la salida de occidente, las condiciones geopolíticas cambian dramáticamente. India había forjado relaciones extensas con el gobierno anterior, pero la llegada del Talibán, que es aliado cercano de Pakistán –archienemigo de India– concluye su presencia de facto.  

Rusia, por su parte, no tiene apetito por intervenir nuevamente.  El interés ruso será en aplacar cualquier intento del Talibán por exportar fundamentalismo a sus dominios.  

China tiene otras intenciones. En julio pasado, el gigante asiático recibió a una delegación del Talibán para coordinar su futuro. Beijing buscará construir una relación preponderante sobre el Talibán y para ello cuenta con bastos instrumentos económicos.
 A China le conviene tener un vecino inestable, pero controlado, desorganizado, libre de influencia occidental y altamente dependiente del gigante asiático.

Tras dos décadas de llevar a cabo una campaña en contra de Occidente, el Talibán ahora deberá convertirse en gobierno. Con la retirada occidental también se van las becas y los programas de ayuda, por lo que su frágil economía ahora buscará nuevas fuentes desubsistencia.  

Afganistán cuenta con recursos naturales que se estiman significativos: cobre, hierro, gas natural y tierras raras valuados en billones de dólares.  ¿Será el turno de China en el Cementerio de Imperios?

En asuntos locales, para México la situación ha servido para reafirmarse como protector de perseguidos políticos, otorgando asilo temporal a más de un centenar de periodistas afganos y sus familias, que fueron transportados a suelo mexicano por un avión de transporte de la Fuerza Aérea de Qatar, gestionado por las embajadas de México en Irán y Qatar.    

México no tiene embajada en Afganistán, los asuntos e intereses mexicanos los lleva el embajador mexicano en Irán, por cierto, un diplomático de carrera, profesional, congruente y efectivo.  

POR ÍÑIGO GUEVARA MOYANO
DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA JANE'S EN WASHINGTON, D.C.

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