ASÍ LO VEO YO

Afganistán y nosotros

El peligro es muy concreto: que Afganistán vuelva a ser paraíso de diferentes organizaciones terroristas, que operan allí con libertad para planear atentados

OPINIÓN

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Jana Beris / Así lo veo yo / Opinión El Heraldo de México
Jana Beris / Así lo veo yo / Opinión El Heraldo de México

¿Por qué nos preocupamos tanto por lo que ocurre allá lejos, entre las montañas de Afganistán, donde ni hablan un idioma que entendemos y de donde probablemente nunca conozcamos a nadie? 

No sólo porque el mundo de hoy es un pañuelo. No sólo porque sería inhumano que no nos importe lo que ocurre, cuando sabemos claramente que mucha gente sufrirá por lo que para otros es simplemente una noticia. También hay una motivación egoísta.

Cuando retorna a un país un régimen que ya demostró en su primera etapa que fue símbolo de oscuridad y retroceso, cuando el poder está en manos de terroristas yihadistas cuya escala de valores difiere tanto de la del mundo libre.

Que ya vendrán quienes hagan el mejor uso posible de las amplias posibilidades que ese escenario les da en su lucha contra la libertad. 

Que desde allí pueden planear, orquestar y preparar atentados contra todo lo que consideren contradice su encare del mundo.

El peligro es muy concreto: que Afganistán vuelva a ser paraíso de diferentes organizaciones terroristas radicales, que operan allí con libertad para planear atentados, según sus agendas. Los Talibanes mismos no tienen realmente una agenda internacional como la del Estado Islámico, sino centrada más que nada en Afganistán. Pero el hecho que están en el poder, incidirá en otros y servirá de inspiración a yihadistas envalentonados para tratar de atacar.

Escribiendo estas líneas desde Israel, todo lo que se refiere a amenazas terroristas enciende, como es natural, muchas luces rojas.

Y la retirada de EU de Afganistán debe servir de recordatorio a Israel. En realidad, no es que Israel lo precisara porque siempre lo tuvo claro, pero no está de más ajustar clavijas: nunca, jamás, puede confiar en que otros lo defiendan. 

Dicen algunos expertos que los Talibanes “aprendieron” algo desde la primera vez que tuvieron el poder. Que entendieron que deben mantener cierta relación abierta con el mundo y no vivir en aislamiento. De allí derivarían probablemente algunas de sus declaraciones relativamente “liberales”.

Por eso, antes de saber si hacen puro teatro quisiera terminar estas líneas expresando solidaridad con la población civil afgana.

Con todos aquellos ciudadanos que colmaban las calles de Kabul estos días tratando de huir sin saber bien cómo. De aquellos que se ataron a los aviones norteamericanos que estaban por despegar.

Solidaridad con aquellos que buscaban desesperadamente una forma de salir del aeropuerto. Y no porque hayan “colaborado” con los norteamericanos, aunque en una situación como la de Afganistán, eso significa tratar de aferrarse a la única opción de vida normal.

Pensamos en el horror de las mujeres y jovencitas, de las madres por sus hijas, por la amenaza física y emocional, no sólo por el temor a la esclavitud y el dominio sexual, sino al futuro que se apaga. Que no puedan estudiar. Ni bailar. Ni cantar. Ni salir a la calle. 

Pensamos en todos aquellos afganos que alguna vez tuvieron sueños, que se casaron y trajeron hijos al mundo y ahora temen que todo se acabe , que comience el infierno. 

Y se nos estruja el corazón.

POR JANA BERIS
PERIODISTA

PAL