Tal como hemos señalado, amable lector, esta pandemia, dada su letalidad y el tiempo que lleva sin dar tregua, significa que trae en sus entrañas algo más que una simple enfermedad. De hecho, es tal su poder destructivo, que no da tiempo a tratarse como con cualquier otra. Al parecer, la vacuna no es más que una pequeña tablita de salvación en este inmenso océano que no deja de hacer “olas”. De seguir este terrorífico vaivén en alta mar, el barco puede naufragar.
No es tiempo de estarnos lamentando, sino de buscar el tratamiento efectivo para detener esta calamidad global. Suponiendo que no muramos todos por esta catástrofe sanitaria, pero, a quienes llegue a afectar, y tengan la suerte de sobrevivir, pueden llegar a sufrir las terribles consecuencias de esta enfermedad, y que hasta ahora no se sabe bien, todavía, cuáles pueden ser y a largo plazo. Además de las afecciones cardíacas, se contempla ya la disfunción eréctil como secuela a largo plazo, pero lo preocupante es que, de confirmarse con el tiempo, quienes lo resentirán y afectará, gravemente, será a los niños y jóvenes. Y esto, amable lector, no tiene discusión, de ahí la importancia de que se agilicen las investigaciones científicas para combatir a este malévolo jinete del apocalipsis. A menos que todavía no se considere grave la situación y que todo dependerá del capricho político y del color de un imaginario semáforo, pues…
Según estudios, en algunos hombres la Covid-19 puede provocar hiperinflamación en el cuerpo, lo que permite la formación de coágulos, así como inflamación en el revestimiento de los vasos sanguíneos. El suministro de sangre al pene puede bloquearse o estrecharse, lo que propicia dificultad para una erección. Algunos vasos sanguíneos más pequeños y frágiles se encuentran en el pene. la testosterona, que también es fundamental para las erecciones, tampoco es inmune a los efectos de la Covid-19, y hasta donde se sabe, puede reducir la fertilidad en el hombre.
Es más factible, que por mala salud se sufra de disfunción eréctil; pero lo preocupante, es que hay mayor riesgo de contraer Covid-19 y otros problemas. La realidad, amable lector, es que la situación, además de todo lo que ya conocemos, puede ser mucho peor de lo que incluso imaginamos. No es que seamos pesimistas, agoreros o amarillistas, pero es de sabios-aunque no lo seamos-no solo cambiar de opinión, sino aceptar la realidad y proceder en consecuencia, antes de cualquier cosa…
Lamentablemente, México es un país en el que, bien sabemos, no hay cultura de nada, y eso, no es más que apatía o indiferencia-acaso ignorancia-por todo lo que ocurre, aun sabiendo que puede ser perjudicial para todos. Y eso, quiérase no, repercute en la toma de grandes decisiones, que por lo regular, o, mejor dicho, casi siempre, queda en manos de políticos perversos que todo lo quieren enfrentar a su modo para su propio beneficio.
De comprobarse científicamente, lo que ya se comenta, que las secuelas del Covid-19, además de las ya conocidas, son más de 200, no sería más que la confirmación de lo que ya se sospechaba y ya se está padeciendo.
Amable lector: Perder una batalla, o morir en ella, puede ser “normal”, pero, quedar desarmado porque el “rifle” se descompuso, y sin municiones suficientes, por ejemplo, es una guerra perdida. A cuidar nuestras “armas” para poder seguir dando la batalla por la vida.
POR DIEGO ALCALÁ PONCE
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