Con la transformación de la vida democrática del país, encabezada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se potenció también la transformación en todos los ámbitos de la vida pública de México, uno de los más importantes está relacionado con la reforma laboral, que contempló la democracia y la libertad sindical.
Lamentablemente, los sindicatos en nuestro país perdieron hace tiempo su objetivo —proteger los derechos de las y los trabajadores— y se desdibujaron para convertirse en gremios a la venta de partidos políticos: los líderes charros comerciaron con el voto de las y los trabajadores, a quienes se les amenazaba o chantajeaba con su trabajo e incluso se les obligaba a acudir a eventos de campaña del mejor postor.
Así el SNTE, el SME, el STPRM, por ejemplo, se convirtieron en agentes que definieron elecciones. La movilización de los trabajadores sindicalizados fue la moneda de cambio para que sus líderes lucraran política y económicamente a costa de sacrificar a su base.
La tarea que emprendimos desde el Congreso de la Unión, y en particular como compromiso personal, hoy se encuentra plasmada en la Ley Federal del Trabajo: la garantía del voto personal, libre, secreto y directo para las elecciones de las dirigencias sindicales —dejando fuera las decisiones a mano alzada— y la transparencia y rendición de cuentas; afortunadamente, los temas que impulsé coincidieron con criterios internacionales contemplados en la firma del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), por lo que fueron aprobados en 2019.
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La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) inició la implementación de la reforma laboral, no obstante, la renuncia del Secretario General del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, Carlos Romero Deschamps, ha puesto a prueba la reforma.
La organización de esta elección es histórica, no sólo por la importancia del STPRM, sino por el reto que implica combatir prácticas que son producto de décadas de corrupción e impunidad y siguen siendo la lógica dentro de su estructura.
Así, quienes somos parte del STPRM vemos con preocupación que los líderes de las secciones siguen imponiendo su criterio, amenazando a trabajadores, condicionando sus derechos y actuando en la opacidad para enriquecerse y servir a intereses ajenos a los del sindicato.
Incluso, hay quienes ya han iniciado campaña sin que quede claro quién los financia. Sabemos que muchas de esas personalidades que hoy se cobijan en el discurso anticorrupción siguen siendo cercanos a Deschamps y fueron cómplices de delitos como operaciones con recursos de procedencia ilícita, enriquecimiento ilícito, peculado, desvío de recursos públicos, evasión fiscal y nepotismo, beneficiándose del daño patrimonial contra Pemex y contra México.
Lo anterior da cuenta de que el proceso electoral que se avecina en el STPRM no es fácil, por el contrario, participan intereses muy distintos a los que pretendemos defender. Por ello, es necesario que los trabajadores sean parte activa de esta transformación democrática, que se informen, que tengan memoria, que participen y que voten por el mejor proyecto. De igual forma, a la STPS corresponde garantizar la transparencia y legalidad del proceso y, sobre todo, la seguridad para las y los trabajadores, así como llevar a cabo acciones contundentes para que no se coaccione el voto.
Esta elección pone a prueba la democracia sindical, queremos ejercer nuestro voto de forma libre por primera vez para desterrar a líderes charros y a personajes corruptos que se sirvieron de un sindicato tan grande y tan noble como lo es el STPRM. Que así sea.
POR CECILIA SÁNCHEZ GARCÍA
SENADORA DE LA REPÚBLICA POR MORENA
MAAZ