En general la navidad viene acompañada de pensamientos positivos. Igualmente, más allá del elemento religioso, se ha convertido en una ocasión de reunión social. Resulta interesante ver en muchas ocasiones a gente de distintas creencias, orientaciones sexuales e ideologías políticas reunirse en una posada, ya que, muestra la gran importancia de estas fechas como un espacio para la fraternidad humana, una especie de calendarización de los sentimientos, si es que eso es posible.
No hace mucho se publicaron en redes diversos debates sobre la navidad y su relación con ciertas problemáticas sociales. Especialmente, cuestiones como el racismo y el clasismo, pues, para ciertos grupos, estos temas se manifiestan de manera notable durante estas fechas. Hay que tener cuidado al decir esto y el cómo clasificarlo, pues, el uso prolongado de tales categorías como crítica terminan opacando otros espacios donde importa más este tipo de denuncia. Esto puede desviar las verdaderas problemáticas o la raíz de ellas. Es totalmente válido cuestionar aspectos de la navidad, como lo es el consumismo que deriva de ella, mismo que termina mostrando la desigualdad dentro de la población. Ni Santa Claus ni los Reyes Magos, por más sobrenaturales que sean, se salvaron de la crisis económica, pero por alguna extraña razón, seguramente no relacionada con la desigualdad en México - dirán algunos- se les hace más fácil cumplir las listas de los niños de las familias mejor acomodadas, sin embargo, eso no quita que los pequeños de clases bajas crean en ellos. ¿Cómo se explica eso?
Antes que nada, merece la pena aclarar algo: es cierto que las fiestas navideñas, así como una enorme variedad de elementos, arribaron al actual territorio mexicano por medio de la imposición de occidente. Sí, la colonización la trajo. Aclaro que cuando me refiero a fiestas navideñas no hablo específicamente del árbol de navidad y Santa Claus, sino también de los elementos que llegaron del catolicismo y se instalaron en el país con sus propias variaciones- aunque también aplica con sus respectivas versiones en Latinoamérica- como el nacimiento, las posadas y las pastorelas. Con el proceso de evangelización, el sincretismo y tras siglos de transformaciones, dichas festividades se insertaron en México y cobraron una enorme relevancia para los distintos sectores que lo conforman. El famoso arbolito de la navidad llegó al país por medio de Europa a mediados del siglo diecinueve. Después vino el barbudo vestido de rojo a nuestro país, proveniente de Estados Unidos, y que además de regalos, trajo el consumismo.
En general la navidad viene acompañada de pensamientos positivos. Igualmente, más allá del elemento religioso, se ha convertido en una ocasión de reunión social. Resulta interesante ver en muchas ocasiones a gente de distintas creencias, orientaciones sexuales e ideologías políticas reunirse en una posada, ya que, muestra la gran importancia de estas fechas como un espacio para la fraternidad humana, una especie de calendarización de los sentimientos, si es que eso es posible.
POR IGNACIO ANAYA MINJAREZ
@IGNACIOANAY
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