“Ser joven y no ser revolucionario, es una contradicción hasta biológica” Salvador Allende
La jornada electoral definitoria en segunda vuelta en Chile nos ha dejado varias lecciones y enseñanzas para el continente y otras latitudes. Gabriel Boric será el presidente más joven de la historia chilena al llegar a La Moneda de 36 años recién cumplidos en marzo de 2022 cuando tome posesión en el cargo. También ha sido el candidato más votado (con sufragio voluntario) con casi 5 millones de votos, superando a Eduardo Frei (1993) con 4 millones de votos. Asimismo, Boric se convirtió este domingo en el único contendiente que ha revertido los resultados en el balotaje tras salir segundo en la primera vuelta detrás de José Antonio Kast, candidato puntero de la derecha.
Es de resaltar que en esta segunda vuelta las y los chilenos salieron a ejercer su voto en unas elecciones que se caracterizaron por la polarización de los representantes y de las propuestas de estos, por un lado Kast protagonizando una continuidad del gobierno de Piñera pero aún más cargado a la derecha, con sus mensajes antiinmigrantes, reducción del Estado y añorando el pasado pinochetista. Por el otro lado, el del ganador, se proclamaron discursos de cambio, de respeto a los pueblos originarios y, por su pasado como líder estudiantil, Boric hizo de sus anteriores luchas su bandera de campaña: educación gratuita y de calidad para todas y todos los chilenos, así como eliminar las altísimas deudas educativas.
Se podría decir que la esperanza le ganó al miedo o que la unión pudo más que la segregación étnica. Queda claro que el clamor del estallamiento social de 2019 encontró en Gabriel Boric a su portavoz. Aunque esto se sabía desde los resultados de la primera vuelta, también quedó evidenciado que el sistema de partidos en Chile (y en el mundo) vive sus horas más deslucidas en la historia. Los partidos emanados de la gran Concertación (Partido Socialista y Democracia Cristiana) han quedado borrados en estas elecciones. Un punto de inflexión para esas organizaciones políticas (y todos los demás partidos) que le dieron el equilibrio necesario después de la dictadura, pero que hoy no recogen el sentir de la población.
Así, Gabriel Boric, un millennial con experiencia como diputado y un activista de tiempo completo, tiene varios retos por delante. Velar por la dignidad e inclusión del pueblo Mapuche, dirimir las divisiones entre -izquierdas y derechas- en el país, así como tender con el centro del espectro político chileno, revisar a fondo su principal propuesta de campaña y dotarla de factibilidad, resolver la grave problemática acerca de las jubilaciones y aprovechar el momento histórico de cerrar de una vez por todas los resabios de la dictadura a través de la nueva Constitución a mediados del 2022. Un nuevo presidente para una nueva Constitución, como se pudo leer en varias pancartas de apoyo a Boric.
Aunado a lo anterior, -mirando más allá del suelo andino y teniendo una perspectiva latinoamericana- el reto más importante que tendrá Gabriel Boric, será el de equilibrar las posturas políticas en la región, alejarse de ejercicios políticos trasnochados como los de Maduro en Venezuela, Ortega en Nicaragua o Díaz-Canel en Cuba, pero sin dejar de señalar las acciones de ultraderecha de Bolsonaro en Brasil o de Lasso en Ecuador, ser el fiel en la balanza política en América Latina. Una tarea nada sencilla para el millennial Boric.
POR ADRIANA SARUR
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