ALHAJERO

Tercer año, entre el abandono y el degolladero

Este año se desgajó el equipo cercano que llevó a López Obrador al poder y se perdió el tono de moderación en el gobierno de la 4T

OPINIÓN

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Martha Anaya / Alhajero / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El tercer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador arrancó con el alejamiento de Palacio Nacional de cercanos y significativos colaboradores. Unos, entrañables. Otros, utilizables. Todos, aparentemente poderosos.

Algunos de ellos abandonaron al presidente por decisión propia. Sea porque estaban cansados, porque no compartían ya las posiciones y actitudes del de Macuspana, o porque se vieron orillados a renunciar a petición del propio mandatario.

El trato para otros fue inmisericorde. Cese fulminante, maltrato mañanero, engaño en el porvenir.

A mitad del camino se desgajó prácticamente el equipo cercano que llevó a López Obrador al poder. Con su salida —o caída, según el caso—, se perdió buena parte de aquellas tonalidades que obsequiaron cierta moderación al gobierno de la 4T.

Ese tercer año de gobierno que ayer culminó —hoy inició el tabasqueño su cuarto año en la Presidencia de la República—dejó ver a un presidente impaciente e irascible.

Se le ve descontento con sus colaboradores (la mayoría de ellos ha optado por el silencio por el temor a contradecir al Presidente y allanar así su propio camino a gubernaturas u otros intereses propios); desesperado por los obstáculos a sus obras insignia (el famoso “acuerdo” es resultado de ello); enojadísimo por los malos resultados para su partido en la elección intermedia (especialmente en la Ciudad de México) y por no poder imponer su voluntad en el Tribunal Electoral y en la Suprema Corte, entre muchas otras cosas.

En ese tránsito del tercer año del sexenio de AMLO, vimos cómo al día siguiente de su segundo informe (el 2 de diciembre del año pasado) Alfonso Romo, su jefe de Oficina en la Presidencia y enlace con los empresarios, le presentó su renuncia. Enésima ocasión que le renunciaba, pero que por fin le fue aceptada.

Un par de semanas después, la embajadora de México en Washington, Martha Bárcena, hacía pública su decisión de retirarse del servicio anticipadamente. Ante las discrepancias frente a lo vivido con Donald Trump y en particular hacia Joe Biden, prefirió cerrar esa etapa de su vida en el pináculo de su carrera. Fue una decisión personal.

El hueco que ello dejaría en la embajada de Estados Unidos fue cubierto en febrero por Esteban Moctezuma, un secretario de Educación al que AMLO ya no quería en esa posición.

Pero fueron los resultados de las elecciones de junio lo que desencadenó las reacciones y los movimientos más abruptos por parte del presidente. La guillotina al puro estilo de la revolución francesa.

Apenas dos semanas después de la jornada electoral —culpado por la pérdida de la capital—, Gabriel García, uno de los hombres más cercanos a Andrés Manuel y con mayor poder en Palacio Nacional y a nivel nacional; coordinador de los Programas de Bienestar, jefe de los llamados Servidores de la Nación y de los super delegados, fue fulminante renunciado, y exiliado al Senado.

Cuando intentó moverse e irse a Oaxaca como representante de Morena, el presidente se interpuso y lo mandó a La Laguna, a hacerse cargo del proyecto Agua Saludable.

El caso de Arturo Herrera, secretario de Hacienda hasta el 15 de julio pasado, es digno de una novela. Se despidió de la cartera –Rogelio Ramírez de la O fue designado en su lugar— con la promesa de convertirse ¡seis meses después!, en gobernador del Banco de México. Ahora sabemos que desde agosto el presidente cambio de opinión, que hace apenas unos días le informó que siempre no. Infame. Devastador.

Hacia finales de agosto tocó el turno a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero. En su caso, el trato fue suave en términos de forma —la exministra volvió como presidenta de la Mesa al Senado— pero sendo golpazo en el fondo, pues las atribuciones que dio a su sucesor, Adán Augusto López, fueron impresionantes. Las de un verdadero titular de Gobernación…y algo más.

Precisamente ese despliegue a tareas para el nuevo inquilino de Bucareli —en detrimento de Julio Scherer— llevaron al consejero Jurídico a presentar su propia renuncia días después. Sí, el hombre más cercano al presidente, el “hermano” de López Obrador, también se retiró.

Y rematar el tercer año de gobierno, la imagen de Robespierre en pleno: el corte de cabeza del poderoso y temido titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto. Y todo, por una boda... y sus amigos.

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GEMAS: Obsequio de Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad Pública: "La política de 'abrazos no balazos' es sinónimo del uso de la inteligencia. 'Abrazos no balazos' nos ha permitido que no haya más decesos de personas inocentes.

POR MARTHA ANAYA
MARTHAMERCEDESA@GMAIL.COM
@MARTHAANAYA

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