WASHINGTON. Una de las principales promesas de Joe Biden en su elección fue restablecer las relaciones y alianzas económicas y políticas de Estados Unidos.
La necesidad y las dificultades de esa búsqueda quedaron reflejadas el jueves en el primer encuentro de líderes de América del Norte en cinco años, cuando Biden se reunió con Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, y Justin Trudeau, primer ministro de Canadá.
Amén de ser sus vecinos, México y Canadá son al mismo tiempo dos de sus mayores socios comerciales y aliados inevitables para uno y otros en la producción y seguridad estadounidense. La integración económica regional, la creación de una unidad productiva, fue una de las razones del Tratado Norteamericano de Libre Comercio (TLCAN) y luego del Tratado México-Estados Unidos-Canadá.
Los geopolíticos consideran que una de las ventajas estratégicas estadounidenses es que su territorio está protegido por océanos, al este y al oeste, mientras al norte y al sur tiene frontera con dos países amistosos y relativamente más débiles.
Pero con frecuencia, o al menos así parece, EEUU se olvida de que sus vecinos, con economías importantes por derecho propio, tienen intereses, necesidades, problemas y consideraciones políticas que pueden diferir de los suyos, pero los impactan.
Donald Trump fue uno de esos mandatarios que en aras de exaltar el nacionalismo estadounidense ofendió, y de hecho maltrató a sus socios. Su tendencia se puso de manifiesto, por ejemplo, en temas como el contenido local en la manufactura de automóviles, que bien puede ser considerada como una de las mayores para la región como un todo.
Biden tiene una visión similar, en tanto que su meta explícita es mejorar el empleo y las condiciones económicas de los estadounidenses, pero al buscarlo violaría el espíritu, si no la letra del T-MEC y de la alianza obligada entre los tres países.
Oficialmente, el anfitrión estadounidense buscó centrar la cumbre trilateral en la profundización de la cooperación económica con sus vecinos, pero como parte de la discusión estuvieron las reservas de Canadá y México sobre el aspecto de exclusión en la doctrina de "compre productos estadounidenses" de la agenda "Reconstruir Mejor" de Biden, en perjuicio de los exportadores canadienses y mexicanos.
El incremento en los contenidos automotrices estadounidenses, de 62.5 por ciento en el TLCAN a 75% en el T-MEC y la cuestión de la fabricación de vehículos eléctricos, son parte de ello.
A nivel bilateral, temas como migración y la reforma eléctrica en México siguen como puntos de preocupación, pero aunque anotados fueron deliberadamente puestos de lado y dirigidos a foros bilaterales.
Sin embargo, hicieron recordar que para bien o para mal, la seguridad económica, social y política de cada uno de los países de Norteamérica los obliga a buscar soluciones de colaboración y no todo puede ir en una sola dirección.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
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