DESDE AFUERA

Una relación obligada

El encuentro López Obrador-Biden estará marcado por el problema de migración, la situación de los mexicanos en EU y los centroamericanos

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de México
José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La primera reunión personal entre los presidentes Andrés Manuel López Obrador, de México y Joe Biden, de Estados Unidos, estará marcada por problemas que como migración, energía y seguridad obligan a mayores esfuerzos por mantener una buena relación.

Muy al margen de que López Obrador y Biden puedan llevarse bien en lo personal, la geopolítica y la vecindad entre los dos países los presiona a buscar soluciones y arreglos a sus diferendos, aunque los presenten de forma que satisfaga a sus respectivas audiencias domésticas.

Los mandatarios se reunirán el jueves en la capital estadounidense, en el marco de la primera cumbre norteamericana en cinco años, con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, como activo participante y asociado con México en al menos un tema de libre comercio con Estados Unidos, la interpretación sobre los requerimientos del tratado tripartita para los automóviles fabricados en la región.

En términos bilaterales, el encuentro López Obrador-Biden estará marcado por el problema de migración, especialmente la situación de los mexicanos en Estados Unidos y de los grupos de centroamericanos que llegan a nuestro país para atravesarlo y tratar de llegar al norte.

Con retórica distinta, en el fondo ambos gobiernos concuerdan en la necesidad de controlar y atacar las causas de la migración. AMLO insiste en crear empleos con su propuesta de "Sembrando Vida", que ya llegó a la Organización de las Naciones Unidas, para comenzar a resolver la situación en al menos el llamado "Triángulo Norte" de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador). 

Igualmente, y a pesar de los señalamientos en contra, un diferendo sobre la reforma a la industria eléctrica en nuestro país, que algunos inversionistas y legisladores estadounidenses consideran como un detrimento a sus negocios, han determinado como un retorno a una desventajosa estatización en la generación de electricidad a base de las energías eólica y solar.

Parte del problema está en los mil millones de dólares ya colocados, y de hecho garantizados por fideicomisos del gobierno estadounidense, como otras inversiones privadas procedentes de ese país.

La reforma como tal está lejos de su posible aprobación y el embajador Ken Salazar ha expresado cautelosamente su preocupación por el impacto en el clima de inversión y las cadenas binacionales de producción.

López Obrador, a su vez, ha sido particularmente sensible a las sugerencias de intervención estadounidense y se ha quejado de la "injerencia" de EU en la política mexicana, a través del financiamiento a organismos no gubernamentales críticos de su gobierno.

Pero el hecho es que al margen de los posibles diferendos, la relación bilateral es demasiado amplia y los dos gobiernos  necesitan la colaboración del otro. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS.
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM 
@CARRENOJOSE1

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