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Las dudas sobre la candidatura de Gibrán

OPINIÓN

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Estoy convencido de que la contribución de Gibrán Ramírez a la llamada Cuarta Transformación y su defensa discursiva del obradorismo en los medios de comunicación fue de gran importancia durante la campaña electoral de 2018.

Como lo he escrito en otras ocasiones, Gibrán es quizás el intelectual orgánico de su generación más sólido dentro de la 4T y me repugna la forma en que ha sido y es discriminado por sus rasgos físicos (shorturl.at/avD23). 

Para que pueda perfilarse como un candidato viable a presidir Morena, sin embargo, debiera, en primera instancia, aclarar varias interrogantes relacionadas a su trayectoria como secretario general de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS), a la que llegó al inicio de esta administración. Y es que el manejo administrativo al frente de la misma resulta cuando menos opaco.  

¿Será que la conducta de Gibrán como funcionario lo muestra como alguien capaz de representar los valores de la 4T? Para saberlo, sería interesante que responda a las interrogantes que aquí planteo.

La CISS ha sido desde hace tiempo “un elefante blanco”, como me dijo un funcionario del IMSS. Se trata de un organismo internacional dependiente presupuestalmente del Instituto, de escasa utilidad pública, que por largos años se ha manejado con absoluta discrecionalidad y sin rendir realmente cuentas. Quien tomó la decisión de poner a Gibrán al frente de la conferencia o lo ha apadrinado para mantenerse ahí, le entregó una manzana envenenada.

Escucha y descarga 'Fuera de Tono'

Al no existir mayor información pública (para muestra se puede ver la pobreza del apartado de transparencia de la página de la CISS), me di a la tarea de entrevistar a 10 empleados de la organización, en distintos niveles, quienes aceptaron hablar a condición de mantener sus nombres en el anonimato, por temor a las represalias. Algunos de ellos ya han renunciado a la organización.

Los testimonios revelan que Gibrán Ramírez ha utilizado el presupuesto y la estructura de ese organismo para favorecer un proyecto político personal y desde ahí construir su candidatura a la presidencia de Morena.

Una extrabajadora de la organización, por ejemplo, recuerda así su experiencia: “Gibrán casi no hacía nada. Delegaba prácticamente todo en otras personas. Cuando llegó estaba haciendo su tesis de doctorado en la UNAM y se dedicaba a sus participaciones en los medios… Todo lo que yo veía que hacía dentro de la CISS para mí era lo contrario a lo que pregona la 4T”.

Otra extrabajadora me escribió un mensaje que decía: “Toda la construcción de ese hombre es falsa. Habría que investigar quién decidió darle una aviaduría de lujo donde se ha estado sirviendo a manos llenas desde que inició el sexenio. TODO el personal ahí trabaja para su proyecto político personal y el tipo se dedica a hacerla de vocero en medios”.

Y luego agregó: “Lo del organismo internacional es una fachada. No hay vida interna en esa organización. Los países se quedan porque México (y el IMSS) pone prácticamente todo el dinero. Una millonada que se ha estado usando para impulsar a un político y sus ambiciones en lugar de destinarse a donde se necesita: la salud”.

El IMSS aporta una cuota anual a la CISS de unos 90 millones de pesos. Como se trata de un organismo internacional, el secretario general no está obligado a responder a solicitudes de transparencia formuladas a través del INAI. Hasta ahora, han llegado peticiones para conocer el tabulador salarial y el propio sueldo del secretario general, las cuales Gibrán ha elegido no responder. ¿Por qué ha decidido no hacerlo?

Aunque bajo su gestión se redujeron sueldos exorbitantes, se mejoró ciertamente el nivel de los estudios que se realizan y se aplicaron algunas medidas iniciales de austeridad, los entrevistados relatan que, además de percibir un sueldo cercano a los 150 mil pesos mensuales, Gibrán utiliza de forma por demás discrecional los recursos de la institución.

La nómina de la CISS no es pública. Y a pesar de contemplar a varios funcionarios de estructura que reciben muy buenos sueldos, se pagan también —contrario al decálogo obradorista— a varios asesores especiales, consultores, e incluso becarios que están fuera del país, a quienes se asignan beneficios a dedo, sin que exista un programa de becas que lo ampare. [nota_relacionada id= 1229245]

No menos importante, comentan los entrevistados, el secretario general otorga bonos discrecionalmente a ciertas personas —normalmente de su círculo cercano—, sin que exista ningún protocolo para ganarse esas canonjías tan contrarias al espíritu de la 4T. ¿Podría Gibrán explicar todo esto y transparentarlo?

Nadie sabe qué hacen realmente para la conferencia algunas de las personas que cobran sueldos allí. Del personal externo, señalan mis fuentes, varios son amigos de Gibrán, como Estefanía Veloz y Jorge Luis Fuentes, quienes lo apoyan en sus actividades político-partidistas, sin que, al parecer, hayan generado productos específicos para la Conferencia.

En la lista estaría también Gabriela Rivadeneira, la exiliada política del correísmo, con quien Gibrán practica la solidaridad latinoamericana, y la pareja sentimental del secretario general, Valeria López, una jovencita que conoció en uno de sus viajes y que estaría cobrando un sueldo en la CISS para terminar de escribir su propia tesis. ¿Podrá Gibrán demostrar qué hace cada una de las personas que hoy cobran un sueldo en la institución que dirige?

Paradójicamente, Ramírez Reyes ha disfrutado de todos los beneficios que se derivan de trabajar para un organismo internacional, como es un sueldo alto y el no tener que pagar impuestos, pero no ha respetado el protocolo básico que quienes hemos trabajado en esos organismos conocemos bien, como es el abocarte primordialmente a tu responsabilidad, no recibir percepciones adicionales para evitar conflictos de interés, no participar en medios de comunicación salvo para hablar de los temas de tu competencia y, particularmente, no intervenir en temas de política interna de los estados miembros.

La forma en que Gibrán se ha conducido hasta ahora, al opinar sobre todos asuntos de la vida política nacional, criticar a funcionarios del gobierno, e incluso hacer política partidista, sería inconcebible en cualquier organismo internacional respetable. ¿Acaso sería aceptable, por ejemplo, que Alicia Bárcena o José Ángel Gurría participaran varias veces a la semana en programas de opinión y debate político en radio y televisión, e incluso que recorrieran el país con la bandera de un partido político? ¿Por qué Gibrán cree que él sí puede hacerlo? ¿Por qué se lo permiten?

A lo largo de varios meses Ramírez Reyes ha recorrido diferentes estados del país para hacer su política. ¿Podría comprobar que ha financiado estos viajes con sus propios ahorros, como asegura? Hoy los ciudadanos no tenemos manera de saberlo. Por lo pronto, lo que sí sabemos es que, aunque Gibrán pidió licencia durante un mes para dedicarse a esta campaña (que en realidad comenzó hace meses), varios subordinados suyos que cobran en la CISS estarían apoyando sus actividades; otros, incluso, han recorrido y recorren el país junto a él. Es fácil saberlo porque ellos mismos lo exhiben en sus redes sociales sin demasiado pudor.

Por lo pronto, hay algunas evidencias: si usted quiere en este momento agendar una entrevista con el ahora candidato a la presidencia de Morena no tiene más que comunicarse con Daniela Pacheco, nada más y nada menos que la jefa de la unidad de comunicación de la CISS, quien desde el inicio de su gestión se ha dedicado a promover a su amigo Gibrán en los medios. ¿Será que estas actividades las lleva a cabo en su tiempo libre o en las horas pagadas con nuestros impuestos? A los estados también lo han acompañado, según aseguran mis fuentes, otros empleados de la CISS como Jorge Esparza, José Antonio Hernández y Jorge Luis Fuentes.  [nota_relacionada id= 1224976]

Desde que Gibrán ingresó a la conferencia, señalan las voces consultadas, ha utilizado con amplia libertad una tarjeta de crédito sin límites para pagar comidas, cenas y buenas cantidades de alcohol, tanto para él como para sus amigos. ¿Será que el secretario general puede mostrar los estados de cuenta? Las fuentes señalan también que Gibrán usa un chofer pagado por la Conferencia, quien hace además las veces de escolta, y con quien acude a todo tipo de compromisos, sean o no de carácter oficial.

Alguno de los entrevistados refirió que su oficina compró un vehículo de 800 mil pesos, a pesar de que la organización ya tenía otro para uso del titular. Por lo pronto, el candidato a presidir Morena se exhibió hace unos días en las redes sociales dentro de una camioneta semiblindada. ¿Podría Gibrán informarnos si ese coche es suyo o pertenece a la CISS?

Mis fuentes también señalan que Gibrán ha hecho una gran cantidad de viajes internacionales, en los cuales se ha alojado en muy buenos hoteles. A sus periplos, al parecer, ha ido acompañado de otros amigos que cobran en al CISS. Durante los primeros meses de gestión fue varias veces a Europa y luego ha hecho varios viajes por países de la región, con todo tipo de propósitos. ¿Podría el hoy candidato aclararnos cuáles han sido en cada caso?

Una búsqueda en redes sociales permitió identificar que, al menos en tres ocasiones, Gibrán y Estefanía estuvieron juntos en Cuba, Guatemala y, recientemente, en Veracruz, donde coincidieron en viajes. ¿Quién pagó esos viajes? ¿Fueron por trabajo? ¿A hacer turismo revolucionario? Lamentablemente tampoco podemos saber esto, lo que, de suyo, es parte del problema.

Varios entrevistados denuncian un uso patrimonialista de la estructura de la conferencia, desde cuestiones menores, como utilizar permanentemente a los asesores para prepararle documentos para sus intervenciones en medios, hasta recurrir a uno de los editores de la CISS para corregir el estilo de toda su tesis de doctorado.

Ciertamente, gran parte de lo aquí señalado proviene de empleados que están descontentos con la gestión de Gibrán, de lo cual pueden derivarse un sesgo. No fue difícil encontrar voces dispuestas a hablar porque el agravio es grande, especialmente entre las mujeres... Por razones que valdría la pena indagar, durante el tiempo en que Gibrán ha estado al frente de la CISS han renunciado o han sido despedidas más de 15, en una proporción mucho más elevada que los hombres.

Las interrogantes están planteadas. Los afectados dirán que se trata simplemente de chismes. Una manera de aclararlos, en caso de serlo, podría venir del propio Gibrán: que transparente todos sus estados de cuenta y detalle a quiénes ha incluido en la nómina, cuánto les paga y por hacer qué.

Otra opción –quizás más realista— podría venir del IMSS: que su director general, Zoé Robledo (quien preside formalmente la CISS), ordene una auditoría que permita aclarar todo este entuerto. Al final, el Presidente —que tal vez ignore qué es esta conferencia—, tendría que tomar una decisión: ¿vale la pena mantener la cuota de México a este organismo internacional o su presupuesto debiera orientarse a mejores fines?

POR HERNÁN GÓMEZ BRUERA
HERNANFGB@GMAIL.COM
@HERNANGOMEZB
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