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Educación a cargo de...¡las mamás!

Son ellas las que acaban poniendo pausa a su trabajo a distancia o a las labores relacionadas con el hogar o la familia

OPINIÓN

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El COVID, y el consecuente encierro nos han impuesto cargas de trabajo extraordinarias. También han tenido costos emocionales impensables. No es extraño que un estudio de la Universidad de California en San Diego recién encontró que una de las palabras más buscadas en esta pandemia es “ansiedad”. Sentimientos de tristeza, cansancio, desesperanza, angustia, irritabilidad, opresión en el pecho, preocupación, estrés y trastornos del sueño son más comunes hoy día producto de la nueva dinámica impuesta por el confinamiento. Si bien todos pasamos por cambios en el estado de ánimo y en la salud emocional y mental, hay un grupo de la población sobre el cual se han agudizado las cargas de trabajo: las mamás, por el mayor reto que implica la atención de los hijos en este retador contexto.

Se ha vuelto común que las mamás tengan que lidiar con los trabajos del hogar, sus actividades laborales presenciales o a distancia y la educación de los hijos. Muchos de los avances por la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres han sufrido reveses en esta coyuntura. Es muy factible que estos episodios de encierro hogareño y trabajo a distancia hayan llegado para quedarse con distintos niveles de intermitencia. Si bien las diferentes vacunas y las opciones de medicamentos que se están anunciando son logros formidables que estamos esperando, no serán la panacea en lo inmediato. Las vacunas que se estarán utilizando de manera masiva en los próximos meses deberán probar su accesibilidad para millones de personas, se evidenciarán mayores y menores niveles de efectividad, tiempos de inmunidad y efectos secundarios (aunque la mayoría ya han pasado pruebas relevantes que permiten asegurar que no representan riesgos para la salud). De igual forma, las cepas del virus pueden mutar, y pueden surgir nuevos tipos de COVID o de algún otro virus que pongan de nuevo en riesgo la vida y la salud.

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El que ya hayamos aprendido cómo confinarnos, cómo teletrabajar y decidir qué actividades son esenciales, van a hacer la diferencia en estos futuros brotes; pero es de esperarse que esta nueva forma de vida llegó para quedarse en mayor o menor medida según la incidencia de los retos virales y epidemiológicos futuros. Todo esto quiere decir que habremos de encontrar nuevas formas de restarle carga a las madres de familia y equilibrar los trabajos en el hogar, a los cuales se les ha agregado la compleja tarea de guiar, apoyar e incluso directamente convertirse en maestras de los hijos. Las escuelas públicas y privadas están intentando adaptar la educación a las nuevas necesidades, pero aún es un esquema muy imperfecto: niños aprendiendo en televisiones donde no existe la interactividad y donde el quinto año de primaria oficial tiene clases que alcanzan las 11 de la noche donde las niñas y los niños son todo menos productivos y receptivos; niños pequeños que pierden la atención de la televisión o la computadora de manera fácil y se distraen naturalmente haciendo otras actividades o juegos; niñas y niños con capacidades y necesidades diferentes a quienes les cuesta más la atención en la pantalla y el desarrollo de las actividades solicitadas. ¿Y qué sucede en todos estos casos? Las mamás son las que acaban poniendo pausa a su trabajo a distancia o a las labores relacionadas con el hogar o la familia, para entrarle al quite a la educación escolar de los niños.

POR VANESSA RUBIO
COLABORADORA
@VRUBIOVAZQUEZ
lctl

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