México enfrenta tres grandes retos en materia energética: 1) Declive de los combustibles fósiles y alta dependencia de productos refinados y gas natural importados del extranjero, que afecta la seguridad; 2) Impacto ambiental creciente proveniente de la producción y consumo de energía, cuyo resultado más conocido, es el cambio climático, entre otros. 3) Muchas familias, sobre todo indígenas, aún cocinan con leña y viven la pobreza energética.
La demanda nacional de energía ha crecido de manera continua en los últimos 60 años. La fuente que más se ha expandido desde 2000 es el gas natural. Su bajo costo comparado con otros combustibles puede ser una de las causas.
El gas natural es un hidrocarburo mezcla de gases ligeros de origen natural. Contiene principalmente metano y cantidades variables de otros alcanos y gases, constituyendo una importante fuente de energía fósil. De similar composición, el biogás, se genera en la digestión bacteriana de desechos orgánicos en condiciones anaeróbicas (sin aire), destacando su producción en Plantas Procesadoras de Aguas Residuales (PPAR) y las de procesado de residuos sólidos o de desechos de granjas porcinas.
El CO2 emitido a la atmósfera tras la combustión de combustibles fósiles (combustóleo, diesel o gasolina) es un gas de efecto invernadero (GEI) que contribuye al calentamiento global de la Tierra. En cambio, la combustión del gas natural produce menos GEI, se quema de forma más limpia, eficiente y segura, y no produce dióxido de azufre (causante de la lluvia ácida) u otras partículas sólidas. Ha sido considerado uno de los energéticos menos contaminantes, más económicos y la opción más rentable y amigable con el ambiente.
Puede ser húmedo, cuando se extrae mezclado con petróleo o seco cuando viene solo. La diferencia es que extraerlo seco es más costoso, por lo que hay pocas empresas interesadas, lo que reduce la producción nacional y hay que importarlo. Desde 2016, las importaciones de gas natural seco han sido mayores a la producción nacional, de tal forma que en 2017 al bajar la producción a 3,164 millones de pies cúbicos por día (mpcd) creció la importación a 5,027 mpcd, erogando 6,165 millones de dólares principalmente hacia Estados Unidos. El reto es impulsar a las empresas mexicanas para producir gas seco y reducir la dependencia de nuestro vecino del norte.
Por lo mismo, en el país se estimula el uso del gas natural, pero no se impulsa su producción. Mientras se promueven planes y programas para aumentar su utilización en la generación de electricidad, procesos industriales o comerciales y en las propias viviendas, no se produce lo suficiente.
Según cifras oficiales, el país cuenta con más de 16 mil kilómetros de gasoductos que distribuyen gas a 2.6 millones de usuarios, lo que significa 7 por ciento de la cobertura residencial y comercial. En este momento la cobertura alcanza a 20 de las 32 entidades federativas, por lo que es imperativo llegar a aquellos que aún carecen de suministro para favorecer la creación de nuevas empresas y brindar mayor competitividad a la cadena de valor de la industria mexicana.
En el sureste del país, donde la industria hotelera y restaurantera son importantes, el gas natural constituye una pieza indispensable. Contar con una infraestructura sólida de distribución, es fundamental para garantizarle a los consumidores un suministro confiable de este combustible.
Cabe mencionar el crecimiento de la infraestructura de importación. El proyecto del gasoducto submarino Texas-Tuxpan cuya longitud es de 800 kilómetros y 42 pulgadas de diámetro, se concluyó en junio de 2019 con una inversión de dos mil 100 millones de dólares, que puede transportar 2,600 mpcd. Se espera que abastecerá principalmente a la industria y a las plantas de generación eléctrica de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) del norte, aunque puede llegar al resto del país, incrementando en 40 por ciento, la capacidad actual de suministro.
Dicho gasoducto tuvo que resolver lo referente a la negociación de las tarifas: tanto de servicio, transporte de gas y tarifa fija. Posteriormente se anunció que las autoridades y privados encargados del proyecto llegaron a un acuerdo que representó a la CFE un ahorro de 4,500 millones de dólares, además de tarifas transparentes en cuanto al servicio de transporte y tarifas fijas niveladas a través del tiempo, obteniendo también acuerdos más equilibrados por casos fortuitos o de fuerza mayor, iniciando oficialmente su operación en septiembre de 2019.
Es necesario disminuir el uso de combustibles contaminantes en la generación eléctrica y transitar al uso de uno más amigable con el medio ambiente como es el gas natural. El país ha sentido los recientes apagones en grandes ciudades, como el caso de Mérida. El gas natural permitiría a CFE dar el servicio en forma constante favoreciendo a la ciudadanía, por lo que es preciso contar con la infraestructura de transporte, distribución y almacenamiento que se requiere en más localidades, sobre todo en la parte sur-sureste de México.
POR JULIO C. VALDIVIESO
INTEGRANTE DEL COLEGIO DE INGENIEROS AMBIENTALES
JULIOC@VALDICORP.MX
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