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El impacto de la pandemia en los jóvenes: Oportunidad o catástrofe

OPINIÓN

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La pandemia de COVID-19 ha afectado la vida social, familiar, laboral, escolar, las relaciones entre amigos, los estilos de vida de todos, con un fuerte impacto en la economía. Los jóvenes son especialmente vulnerables a la disrupción generada por la emergencia sanitaria y hoy en día muchos de ellos corren el riesgo de que se vea afectada su salud mental, educación, oportunidades económicas, y bienestar durante una etapa crucial del desarrollo de sus vidas. Incluso antes de iniciar la pandemia, las oportunidades educativas, laborales, la integración social y política de este grupo ya representaba un reto. De acuerdo con un reporte de la Organización Internacional del Trabajo publicado en 2020, a nivel mundial, los jóvenes de 15 a 24 años tenían tres veces mayor probabilidad de estar desempleados en comparación con los adultos, mientras que 126 millones se encontraban en condiciones de pobreza. En un escenario desalentador, se espera que la tasa de desempleo, como resultado del nuevo coronavirus, sea mayor a la experimentada después de la crisis financiera del 2009 y que los jóvenes sean afectados de manera desproporcionada por la recesión global. A la luz de esta amenaza, es muy importante dirigir estrategias para mitigar el impacto económico en los jóvenes y sobre todo, reducir la brecha resultante en la pérdida de sus oportunidades.

La pandemia también ha tenido un impacto sin precedentes en la educación de los jóvenes de todo el mundo, con consecuencias sociales de gran alcance. Según la Organización de las Naciones Unidas, el COVID-19 ha provocado la mayor suspensión de los sistemas educativos en la historia, afectando a más de mil millones de estudiantes de 190 países. El cierre de escuelas ha impactado al 94% de la población estudiantil mundial y hasta 99% en regiones de medianos y bajos ingresos. Esta interrupción afecta negativamente el aprendizaje, acceso a la alimentación y las tasas de graduación. Crisis como esta exacerban las desigualdades educativas preexistentes y limitan las oportunidades de los más vulnerables, incluyendo a quienes viven en situación de pobreza o en zonas rurales, grupos indígenas, migrantes, refugiados y personas con alguna condición física, mental o con discapacidad. Además, los desafíos se agravan por desigualdades de género. Para las jóvenes, el cierre de escuelas representa, además de una mayor carga de trabajo no remunerado en el hogar, el riesgo de abandono escolar, ya que tienen alta probabilidad de no regresar a la escuela una vez terminada la crisis sanitaria. En México, la pandemia ha hecho más evidentes las desigualdades y pone en riesgo las brechas educativas, en el proceso de enseñanza y aprendizaje, con la amenaza de disminuir el nivel educativo promedio de la población.  La estrategia para iniciar el nuevo ciclo escolar contempla el uso de medios digitales y tecnológicos. Sin embargo, en nuestro país solo 44.3% de los hogares cuenta con computadora y únicamente 56.4% tiene acceso a internet. En las zonas rurales, 20.6% y 23.4% de los hogares cuentan con equipo de cómputo e internet, respectivamente. La evidencia señala que ante situaciones que llevan al cierre prolongado de los centros educativos, el abandono escolar es un riesgo latente. De acuerdo con datos preliminares de la SEP se podría esperar una pérdida en la transición de educación secundaria a la media superior de 800 mil alumnos para el ciclo 2020-2021, que corresponde a una deserción escolar del 15.5%. El mismo porcentaje se proyecta en la matrícula de alumnos de educación superior y posgrado. Los efectos en la educación podrían extenderse más allá de esta generación y borrar décadas de progreso en el ámbito educativo.

Las dificultades asociadas a la contingencia, así como las medidas sanitarias para evitar el contagio y la propagación del virus son factores que pueden desencadenar problemas de salud mental en cualquier individuo, pero los jóvenes, que transitan por un proceso de independencia y autonomía natural de esta etapa, son quienes han sufrido el mayor impacto emocional. El cierre de las escuelas transformó su vida académica, pero también su vida social. Muchos de ellos dejaron de ver a familiares, amigos y pareja; abandonaron sus actividades deportivas y de ocio; y en su lugar lo sustituyeron por el confinamiento en casa y una mayor convivencia familiar a la que no estaban habituados, alterando sus planes y dejando la sensación de que se están perdiendo momentos importantes. Entre los riesgos principales que afrontan, están las alteraciones emocionales como miedo, ansiedad y tristeza. Estas emociones pueden evolucionar a cuadros más severos dependiendo de su intensidad, duración y el grado de disfunción que generen. Los sentimientos abrumadores pueden llevarlos a irritabilidad, baja tolerancia, agresividad, violencia, comportamientos de riesgo como el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas, trastornos del afecto como depresión e incluso riesgo suicida. La conducta suicida incluye fantasías de muerte, planeación, intento o la consumación del suicidio. De acuerdo con estadísticas del INEGI, en 2018 las lesiones autoinfligidas representaron la tercera causa de muerte en jóvenes de 15 a 24 años de edad y se ha reportado que el 43% de los casos de suicidio en México se presenta en población joven, principalmente en varones. Sin embargo, para otros jóvenes la pandemia ha resultado una oportunidad, así lo han manifestado en foros juveniles virtuales y en una encuesta realizada por Centros de Integración Juvenil, donde la mayoría señala que ha podido conocer más a su familia, tomar cursos online, aprender artes, oficios, idiomas o alguna actividad que deseaban aprender, reflexionar sobre sí mismos e incluso ayudar a otros jóvenes.

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Esta encuesta mostró que los jóvenes que se encuentran con vida educativa activa y además participan en alguna actividad de ayuda social, se muestran más optimistas y con mejor ánimo durante la pandemia. Esto muestra la importancia de involucrar a los jóvenes en actividades que alimenten estilos de vida positivos y les enseñen habilidades de afrontamiento de situaciones difíciles. En CIJ se ofrece orientación y apoyo psicológico para jóvenes, padres y docentes. NO ESTÁN SOLOS. Si sientes que ya no puedes más o te rebasa el miedo, ansiedad o tristeza, haz contacto en alguno de los medios de atención gratuitos que se han puesto a tu alcance para dar respuesta a esta crisis y cuidar de tu salud mental. Ponemos a disposición de la población general los servicios de mensajería instantánea en WhatsApp (5545551212) y Facebook (@CIJ.OFICIAL), así como la línea telefónica 55 52 12 12 12. Conoce nuestra red de atención y todos sus servicios en www.gob.mx/salud/cij.

POR CARMEN FERNANDEZ CÁCERES
DIRECTORA GENERAL DE CENTROS DE INTEGRACIÓN JUVENIL
@CIJ_ADICCIONES
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