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Las preguntas que no respondió Zoé

El presidente de la República le pidió a Zoé Robledo un informe que aclarase las muchas dudas que existen sobre la gestión de Gibrán Ramírez

OPINIÓN

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Cuidar el buen uso de las cuotas obrero-patronales es una de las responsabilidades más importantes del director del IMSS. Asegurar que estas se gasten de acuerdo a los principios de austeridad dictados por la 4T, también.

El presidente de la República le pidió a Zoé Robledo un informe que aclarase las muchas dudas que existen sobre la gestión de Gibrán Ramírez al frente de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social (CISS), un organismo internacional dependiente del IMSS, al que se le destinan unos 90 millones de pesos anualmente.

Desafortunadamente, lo que hizo el sábado por la noche durante la conferencia de Salud está lejos de haber cumplido con esa solicitud. Publicar las auditorías de un despacho contable no esclarece prácticamente nada.

Ese tipo de auditorías tan solo contrastan el presupuesto programado contra el ejercido. Sirven para saber cuánto se gastó en cada partida, pero no esclarecen la manera en que se ha ejercido el gasto, y dejan muchas dudas, especialmente cuando se trata de una institución que no es sujeto de transparencia.

Las dos auditorías publicadas no responden las preguntas más importantes que se han venido haciendo y nada dicen acerca de la forma poco transparente y nada austera en que gasta la oficina del secretario general de la organización, hoy candidato a presidir Morena.

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Hay que recordar, además, que el propio texto de las auditorías divulgadas advierte: “Nuestros objetivos son obtener una seguridad razonable de que los estados financieros en su conjunto están libres de desviación material, debido a fraude o error, y emitir un informe de auditoría que contenga nuestra opinión. La razonabilidad permite un nivel de seguridad, pero no garantiza que una auditoría realizada de acuerdo con las NIA [Normas Internacionales de Auditoría] siempre detecte una desviación material cuando exista”.

Aunque por momentos la conferencia de prensa del sábado recordó al célebre Virgilio, Zoé Robledo no se lavó las manos por completo ni solapó al secretario general de la CISS, inclusive se deslindó de su nombramiento, lo cual no es un dato menor.

Aún así, Robledo tiene una responsabilidad como director del IMSS, por ser el verdadero presidente de la Conferencia. Sus palabras, sin embargo, demostraron que no parece estar muy al tanto de cómo gasta esa caja negra. Por eso le planteo algunas preguntas y líneas de investigación que estimo podrían serle útiles si realmente quiere llegar al fondo de un asunto que, en caso de no esclarecer a cabalidad, podrá terminar embarrándolo innecesariamente.  

  1. ¿Cuál es el sueldo de los directivos de la CISS y por qué hasta ahora se han negado a transparentar el tabulador salarial? ¿Es verdad que su secretario general, Gibrán Ramírez, gana menos de 100 mil pesos, como él mismo aseguró en uno de sus discursos, o ha mentido al respecto? ¿A cuánto ascienden los bonos que de forma discrecional se distribuyen en el organismo? ¿Se ajusta esta política a los principios de la 4T o debiera revisarse? ¿Podríamos conocer la lista completa de todas las personas que cobran en la organización, sea a través de la nómina como por concepto de asesorías externas y detallar cuáles han sido sus entregables?
  • ¿Cuál es la razón por la cual al menos cuatro de los directivos de la CISS utilizan una tarjeta de crédito American Express Platinum, sin límite de gastos, que no tienen siquiera los secretarios de Estado? ¿Podría asegurarnos que estas tarjetas solamente han sido utilizadas para gastos relacionados con la organización y no se han empleado para uso personal, incluso para sufragar actividades políticas ajenas a las tareas de la CISS?
  • ¿Podría explicarnos por qué se le pagó al titular de la Conferencia, Gibrán Ramírez, un viaje en tren de primera clase de Ginebra a Zurich y de esa ciudad a Lugano, cuando su destino oficial era la sede de la OIT en Ginebra, como lo demostré con una copia de los recibos? ¿Fueron viajes de trabajo o de placer? ¿Podría informarnos qué otros gastos similares ha hecho el titular con cargo al presupuesto de la organización y justificar todos y cada uno de ellos, así como su duración? ¿Podemos saber si todos los vuelos se han realizado en clase turista o también en primera clase, como aseguran diversos testimonios?
  • ¿Qué acciones se han tomado para evitar que el titular utilice los recursos humanos de la organización para promover su candidatura a la presidencia de Morena, como demuestra el hecho de que el señor Jonathan Urrutia, director de Servicios Generales de la CISS estaba presente en el INE el día que Gibrán Ramírez presentó su candidatura colocando el sonido del acto, como lo demostré con fotografías? ¿Investigará usted estas conductas en su calidad de presidente de la CISS y promoverá las sanciones correspondientes?
  • ¿Por qué la Conferencia informó que Daniela Pacheco, Jorge Esparza y José Antonio Hernández –funcionarios de la organización-- habían solicitado licencia para trabajar en la campaña de Gibrán Ramírez solo después de que nuestra investigación reveló que estaban trabajando allí? Por cierto, ¿qué instancia y cuándo exactamente aprobó la solicitud de licencia del secretario general y de estos otros funcionarios? ¿O será que la organización posee normas propias de una institución al estilo del viejo régimen?
  • ¿Tenemos manera de saber cuál es la situación patrimonial de Gibran Ramírez, Jorge Esparza y José Antonio Hernández? ¿Ha pensado usted en alguna forma de revisar cómo se ha modificado su patrimonio personal, a pesar de que no están obligados a rendir una declaración ante la Función Pública? ¿Cabría la posibilidad de revisar sus cuentas bancarias o sus pasaportes diplomáticos los habilitan a vivir en la opacidad durante el tiempo que se desempeñen en sus funciones?
  • ¿Por qué el IMSS, quien preside formalmente la CISS, respaldó la reelección del contralor interno, Eduard del Villar, a pesar de que Gibrán Ramírez acusó a las administraciones anteriores de corrupción y manejos financieros indebidos, como también lo determina una auditoría? ¿Podríamos saber cuánto se gasta en concepto de viáticos cada vez que este contralor, que no vive en el país, viene a México? ¿Es necesario que utilice un transporte “de lujo” por el que se pagan 2,800 pesos por día, cuando la organización cuenta con cinco vehículos propios? ¿Qué otras canonjías se le ofrecen al contralor?
  • ¿Cuáles son las razones por las cuales han renunciado o han despedido a 17 mujeres durante la actual gestión y solamente a dos hombres, según mis fuentes? ¿Existen prácticas de acoso y hostigamiento laboral que expliquen esta situación? ¿De qué manera piensan evitar que esto continúe ocurriendo?
  • ¿Es útil que más de 90 millones de pesos del presupuesto público se gasten en un organismo que hace estudios y publicaciones y apenas incide en la formulación de políticas públicas? ¿Cuál es la utilidad pública concreta de la CISS como para permitir que, en medio de una pandemia, se gaste semejante suma? Si este organismo realmente sirviera para formular políticas públicas, ¿por qué no tuvo ningún papel relevante en la más reciente discusión sobre la reforma al sistema de pensiones en el país sede?
  1. ¿Cuántos países han pagado regularmente sus cuotas a la CISS y cuántos están en deuda con el organismo? ¿Qué porcentaje del total del presupuesto de la organización es cubierto por México? ¿Tiene realmente vida interna esta institución como para ser considerada un “organismo internacional” o tan solo es un elefante blanco que derrocha recursos con la connivencia del IMSS? ¿No es la CISS un organismo más de esos que el presidente una y otra vez ha dicho que “no sirven, solo simulan”? ¿Cuántos respiradores más podríamos haber comprado en esta pandemia si ese organismo no existiera?
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POR HERNÁN GÓMEZ BRUERA

HERNANFGB@GMAIL.COM

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