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Sin pararrayos

El gabinete de gobierno tiene como grupo un objetivo esencial: proteger la figura presidencial

OPINIÓN

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Todo gobernante requiere de un equipo de trabajo que tenga la suficiente capacidad tanto para llevar a cabo su labor cotidiana,  como para responder de manera eficiente a las necesidades del mandatario. El gabinete de gobierno tiene como grupo un objetivo esencial: proteger la figura presidencial y evitar que los conflictos derivados del ejercicio del poder, dañen al líder al grado incluso de provocar su caída.

Los Secretarios de Estado son pararrayos cuya capacidad de contención depende de su preparación política y profesional, así como de su grado de lealtad hacia aquel que los nombró. Es por ello que a estos funcionarios públicos se les considera como “fusibles” que deben de ser cambiados una vez que por su uso se han “quemado” y por lo tanto hay que sustituirlos por elementos nuevos y funcionales.

Sin embargo, cuando el líder concentra todo el poder en su persona, y está convencido de que sus colaboradores no poseen los atributos necesarios para llevar a cabo una defensa adecuada de su causa, entonces el trabajo de contención se centra únicamente en la figura presidencial.

Es esto lo que vivimos en el México de hoy. El Presidente habla de todo, se pelea con todos, perdona o acusa a quien mejor le parece, y por ello recibe directamente las respuestas y ataques de aquellos afectados por sus dichos y hechos. Los Secretarios que han renunciado como Urzúa o Jiménez Espriú, lo han hecho por chocar de frente con el líder  y no poder conciliar su posición personal con lo que se les exigía, y no como el “fusible” fundido que requiere reemplazo por haber defendido al primer mandatario.

Pero un jefe sin pararrayos se desgasta, se va quemando lentamente sin percibir que así como todo éxito se le reconoce exclusivamente a él, lo mismo sucede con los fracasos. La crisis económica y el manejo de la pandemia le impactan negativamente a López Obrador sin que nada o nadie pueda hacer algo al respecto. Puede utilizar estrategias como la rifa del avión, los juicios a expresidentes, o las declaraciones de Lozoya, pero finalmente está jugando solo una partida de “volados” en donde las opciones son únicamente águila o sol.

Sin pararrayos es imposible pensar en gobernar y al mismo tiempo ganar elecciones. A menos que se pretenda modificar el sistema electoral construido como alternativa al priismo hegemónico, y sustituirlo por otro similar al del presidencialismo absoluto. La posibilidad de lograrlo depende en gran medida de una oposición que sigue sin entender que el país ha cambiado, y cuál es su función en esta nueva realidad.

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POR EZRA SHABOT

EZSHABOT@YAHOO.COM.MX 

@EZSHABOT

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