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Prioridades

¿A quién le importa el futbol en estos momentos? Ésta es la reflexión que quiero compartir con ustedes en esta ocasión

OPINIÓN

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En días pasados, durante mi afanada búsqueda de información deportiva, me encontré con un hilo en Twitter. El usuario mencionaba la estadística de los jugadores con más goles anotados en múltiples ligas del mundo a lo largo del tiempo, y los ordenó por edad. Así tuvimos los datos de qué jugador consiguió más tantos a determinada edad. Me sumergí feliz en ellos; ¿sabían que Totti ha anotado más goles que ningún otro jugador a los 38 años?, yo no.

Así, estudiando la publicación llegué, por supuesto, a los comentarios. El primero era otro usuario furioso que, a través de recriminaciones, cuestionaba el interés en esa información en una crisis sanitaria, económica y social como la que vivimos. 

Lo admito, fue imposible no sentirme aludido e insultado; a mí me importaban esos datos. Ensayé tantas sonoras e imaginativas respuestas como me fue posible y noté el temblor de mis dedos mientras escribía. Estaba realmente furioso y herido. Al ser consciente de ello me detuve.

No soy nuevo en redes sociales, sé que un segundo son fuente de información interesante y al siguiente se convierten en un vertedero pestilente y fangoso del que es difícil salir. La pregunta entonces es: ¿por qué el comentario de un desconocido me sacó de mis casillas con esa rapidez?

Ya escribí aquí, en esta columna, sobre Luka Modric, un chico que creció en los Balcanes, cuando la región era bombardeada. Sobre lo que significó para él y para otros que pese a todo siguiera practicando. He hablado muchas veces de lo importante y formativo que ha sido el deporte en mi vida personal, familiar y sobre cómo me ha ayudado a tejer lazos de amistad y sociales determinantes.

He leído análisis serios sobre el impacto económico, social e incluso político que a nivel global tiene un deporte de conjunto que no puede practicarse en solitario, para el que se necesitan prácticamente un espacio, dos piedras y un balón o incluso menos. No me engaño sobre que su éxito está ligado a su capacidad de evadirnos de la realidad. De ninguna manera es casual que se practique con igual entusiasmo en los países europeos más ricos del mundo y en las barriadas latinoamericanas o africanas más pobres. Sé que parte de mi estabilidad emocional y mental, en estos tiempos, se sostiene en mi interés por el deporte.

El futbol es una práctica física, un entretenimiento, un hilo de cohesión social, una industria, una herramienta, un arma y mucho más.

Así que pienso en aquellos que no han podido permitirse la evasión, que están atrapados en su angustia, su enojo y quizá hasta su desesperación. Que no encuentran esta puerta que luce inocente y vana, lo que la hace hasta un poco peligrosa, pero a la vez maravillosa, y nos permite a algunos encontrar alivio, desahogo y esperanza. Que nos centra en la belleza de un momento para dejar que nuestra mente descanse del caos de la realidad. Y doy gracias por ser uno de aquellos que sí puede permitirse ese escape que da la oportunidad de recuperarse para seguir siendo funcional, lo que es prioritario, por supuesto. Por ello, quizá mi respuesta a ese tweet debió ser: “bendito sea el futbol”. [nota_relacionada id=1182667]

POR GUSTAVO MEOUCHI

GUSTAVO MEOUCHI

@GMOSHY67

eadp

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