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Bielorrusia y las tenebras de Putin

OPINIÓN

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El pasado domingo 9 se llevaron a cabo las últimas elecciones en Bielorrusia, país eslavo del este europeo, fronterizo con Rusia, Ucrania y los comunitarios Polonia, Letonia y Lituania. Y por quinta vez consecutiva ganó quien hoy se conoce como el "último dictador" de Europa, Alexander Lukashenko, apoltronado en el poder por más de  26 años y que por conveniencias y avenencias políticas goza del apoyo del presidente ruso Vladimir Putin. 


Como en ocasiones anteriores –2010 y 2015–, el resultado de la elección dio a Lukashenko 80% de los votos emitidos, lo que no es creíble, dada la muy competida contienda electoral, en la que como nunca antes, todos los partidos de oposición se unieron para derrotar al dictador. El hecho ha generado, por vez primera, desde la caída de la URSS, un enérgico reclamo de la mayoría de los bielorrusos, a través de manifestaciones en las principales ciudades del país, particularmente su capital Minsk, para demandar la salida del dictador y el reconocimiento como Presidenta electa de la opositora Svetlana Tijanosvskaya, de 37 años, refugiada en Lituania.

La respuesta ha sido una violenta reacción opresiva del fascista gobierno de  Luka-shenko, que encarceló y ultrajó a un gran número de manifestantes. Los bielorrusos, pro-europeos en general, muestran gran empatía con la posibilidad de poder formar parte de la UE, al tiempo de rechazar el lenguaje ruso como oficial y demandar la destrucción de símbolos y personajes de la ex URSS. En contraposición, Bielorrusia mantiene una alta dependencia económica de Rusia, ya que una de sus principales fuentes de ingresos proviene del petróleo subvencionado que compra a ese país que procesa y revende a países europeos. 

La posición geográfica de la Rusia Blanca, como también se le conoce a Bielorrusia, es estratégica, pues por su territorio atraviesan los ductos de gas y petróleo a través de los cuales Rusia surte de energéticos a países europeos, por lo que, entre otras razones, Putin no desiste de una posible reunificación de los dos países, lo que de paso contribuiría a sus cuasi frustradas aspiraciones de volver a jugar un papel de potencia mundial. 

La Unión Europea se opone a cualquier posibilidad de unión o anexión de Bielorrusia a Rusia, por lo que aboga tenazmente por el respeto a las libertades democráticas en ese país, demanda la cancelación del pasado proceso electoral y la convocatoria a uno nuevo, so pena de imponer, como ya lo hizo en 2006, sanciones económicas al gobierno de Lukashenko.

Al final del día, quien podría tener el papel más amenazante en todo este proceso es el presidente Putin, quien al parecer hace tiempo para disponer de mayor información y decidir que postura le conviene apoyar: mantener al dictador o inducir su salida con una nueva elección, en la que obviamente buscaría influir en la determinación de candidatos.

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POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
*ANALISTA ECONÓMICO
ORBE@ELHERALDODEMEXICO.COM
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