Desde 2006 existe en nuestro país un Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas (FEIEF), cuyo objetivo es compensar una eventual disminución en la Recaudación Federal Participable. Es decir, se evita que los estados vean una merma en sus participaciones producto de una caída en los ingresos petroleros o en los ingresos tributarios, o de ambos, como será el caso este año, respecto de lo estimado en la Ley de Ingresos. Como en cualquier empresa, si uno calcula un crecimiento de 2% para 2020 y en vez de eso se obtiene un -10%, resulta obvio que los ingresos que se esperaban no se van a materializar y habrá un faltante. Este faltante no sólo afectará a la Federación y a todo el Presupuesto de Egresos, si no a las entidades federativas. En el fondo, dejará sin recursos a programas federales como los relacionados con la salud, la alimentación, la educación, la agricultura, la infraestructura y muchos más. Se previó hace 14 años que en épocas de expansión económica se hicieran ahorros que permitieran amortiguar las épocas de vacas flacas, o raquíticas como lo será este año. Las reglas de operación de este mecanismo (que se previó para un choque de unos meses, no para uno anual y global), decían que los recursos se entregarían de manera trimestral a los estados, y la semana pasada Hacienda tuvo a bien cambiar estas reglas para que, a partir de agosto, los recursos se transfieran de manera mensual. Oxígeno sin duda. La flexibilización de las normas se aprecia sobre todo, ante la falta de medidas fiscales de mayor impacto y ante la falta de razones estructurales para una recuperación económica a partir de 2021, fuera del “vuelo” que podamos aprovechar de la recuperación de la economía de EU. La triste realidad es que en México sigue sin haber un proyecto integral y viable de crecimiento económico que permita generar empleo y prosperidad, y no sólo tapar la realidad a través de programas sociales, que si bien son necesarios, jamás podrán sustituir a un verdadero desarrollo cuyo requisito es dejar de tener crecimientos económicos negativos como lo serán los primeros dos años —o un tercio— de esta administración. No podemos engañarnos, si en 2021 crecemos 2 o 3%, ya que al tener un acumulado de -10.3% de crecimiento (o de decrecimiento mas bien) en 2019 y 2020, si descontamos ese 2 o 3%, nos seguiría dando -8.3 o -7.3% en los primeros tres años de Morena en la Presidencia. Y para llegar a 2.5% en el que estábamos en diciembre de 2018, necesitaríamos crecimientos superiores a 10% en el segundo tramo de la administración.
[nota_relacionada id=1207426]Se antoja muy difícil, sobre todo sin cambios sustantivos de rumbo en la política energética, en la certidumbre a inversiones privadas, en la falta de estado de derecho y en el combate efectivo a la violencia y la inseguridad. Hacienda sigue haciendo lo que puede con los pocos márgenes de maniobra que le permiten. Las manecillas del reloj no se detienen y de acuerdo con estimaciones de la CEPAL, este año ingresarán cada mes, un millón de mexicanos a la pobreza. ¿Alguna razón de mayor peso para actuar de fondo y con urgencia? Los paleativos no serán suficientes.
POR VANAESSA RUBIO
COLABORADORA
@VRUBIOMARQUEZ
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