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País en colorado en vez de rojo

Pareciera una ayuda para alguien que no puede pronunciar palabras que comienzan con la letra “r” y evitar que diga rojo

OPINIÓN

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Para no enfrentar la realidad que ha dejado la crisis del coronavirus en materia económica, pero sobre todo para no reconocer que falló la estrategia, el gobierno federal cambia la métrica para medir el desarrollo del país.

En este sentido va la decisión de tomar como referente la felicidad y el bienestar de la gente en lugar del Producto Interno Bruto (PIB) como se hace desde el siglo pasado a nivel mundial, ya que a México no le ha ido bien en crecimiento económico desde antes de la pandemia. Lo peor del caso es que este nuevo indicador se construirá a partir de una encuesta y no con datos duros como se hace con el PIB, es decir, será un tema de percepción, tan intangible como los colores del arcoíris.

Lo anterior equivale a cambiarle de nombre a las cosas para no cambiar las cosas, sería como afirmar que el país está en colorado en el semáforo epidémico, para no decir que está en rojo.

También aplica para cuando la jefa de Gobierno de la Ciudad de México dice que la capital del país está en naranja con alerta para no pronunciar la palabra rojo.

Pareciera una ayuda para alguien que no puede pronunciar palabras que comienzan con la letra “r” y evitar que diga rojo, pero no lo es, sólo se trata de evadir graciosamente un problema para engañar a los incautos y aquellos que creen ciegamente en sus líderes políticos.

Otra forma de expresión utilizada recurrentemente por el presidente de la República y la jefa de Gobierno de la CDMX para no hacer asumir los costos políticos por si algo sale mal, es hablar en plural de primera persona y no en singular. De esta forma, cada vez que la situación es adversa o no quieren asumir los riesgos, en vez de decir “tome la decisión” recurren al “tomamos la decisión”, en lugar de decir respaldo a tal funcionario indican “lo respaldamos, confiamos en él”.

Desde esta perspectiva, si las cosas fallan la culpa se repartirá entre todos los que participan en la toma de decisiones y no en una sola persona, es una forma de compartir el peso de bulto y en determinado momento aventárselo al que menor afectación a sus aspiraciones políticas pudiera tener, algo así como lo que pasó en el “caso Lozoya”.

Así sucede con los resultados de la gestión de la pandemia, si las cosas van mal la frase es “respaldamos al vocero, es un hombre honesto y con experiencia”, pero si la situación mejora entonces las cosas cambian a “la decisión la tomé yo”, algo así como en el caso de Ovidio Guzmán. El uso de este lenguaje ha llegado a tal grado que cuando a la jefa de gobierno le preguntaron que si confiaba en que los resultados de su prueba de COVID-19 saldrían negativos respondió “nos va air bien

De seguir cambiando de nombre a las cosas, los titulares del ejecutivo federal y de la CDMX en breve podrían referirse a las personas que fallecieron por coronavirus o que fueron víctimas de la delincuencia como aquellos que “se han ido a comer algodón de azúcar”, como dijera mi menor hijo para no mencionar que murieron. De esa manera ya no sería tan doloroso manejar que la próxima semana el número de muertos por coronavirus será superior a los 60 mil, pero no dejará de ser un eufemismo. [nota_relacionada id=1194525]

POR FACUNDO ROSAS 

EXCOMISIONADO DE LA POLICÍA FEDERAL

irv / eadp