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Rendición de cuentas

En primer lugar, ésta no será la última pandemia. Sabíamos desde el H1N1 que vendría otro virus y hoy sabemos que el Coronavirus no será el último flagelo que tendremos que enfrentar

OPINIÓN

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Casi 23 millones de contagiados y 800,000 muertes en el mundo no pueden quedar como simple registro numérico de la pandemia más letal en los últimos cien años. Tenemos que hacer un alto como humanidad y entender las lecciones que el COVID-19 nos está dejando. Al menos, hay dos muy claras.

En primer lugar, ésta no será la última pandemia. Sabíamos desde el H1N1 que vendría otro virus y hoy sabemos que el Coronavirus no será el último flagelo que tendremos que enfrentar. La segunda lección es la interdependencia. Formamos parte de una comunidad global y las pandemias no conocen fronteras. Lo que afecta a un país, en términos sanitarios y económicos, terminará impactando al resto del mundo.

Es imperativo entonces recapitular, documentar y analizar qué funcionó o no, a fin de anticipar la ruta a seguir en el futuro. Se trata de un ejercicio de rendición de cuentas de instituciones internacionales, gobiernos nacionales y locales. Y de reciprocidad. Hay una obligación moral de compartir experiencias y conocimiento acumulado, así como de hacer tratamientos y vacunas disponibles para todos.

En este espíritu, la Organización Mundial de la Salud anunció la creación de un Panel Independiente sobre la Preparación y Respuesta Mundial a la Pandemia de COVID-19, encabezado por la ex primera ministra de Nueva Zelanda, Hellen Clark, y la ex presidenta de Liberia -y premio Nobel de la Paz-, Ellen Johnson Sirleaf, mujeres de probada competencia e integridad.

A nivel nacional, dos países han tomado la iniciativa. En España 46 sociedades científico-médicas, que representan a más de 100 mil profesionales de la salud, han exigido mediante una carta publicada en la revista The Lancet una auditoría externa independiente sobre la gestión de la pandemia en ese país. Y en Reino Unido se anticipa una reestructuración total de los servicios públicos de salud que habían sufrido severos recortes.

No es trivial que en ambos países la respuesta oficial fue muy cuestionada ante la dimensión de la tragedia. De ahí la relevancia de estas iniciativas, impulsadas por la sociedad civil, que deberían ser imitadas por otros, particularmente China, donde se originó el virus, y aquellos donde más casos y más decesos ha habido, claramente Estados Unidos, Brasil y México.

Tarde o temprano todos los gobiernos enfrentarán el el costo político en las urnas. Pero ya hay evidencias del juicio ciudadano sobre su actuación.  La encuesta Covid19-Survey, realizada en abril por las universidades de Oxford, Harvard, MIT, entre otras doce, resultó premonitoria. Todavía no llegábamos a las cifras actuales de muertes y, sin embargo, la desconfianza era similar hacia los gobiernos de, acertó usted, Estados Unidos, Brasil y México. Parafraseando a Rahm Emmanuel, no podemos desperdiciar esta crisis sin procesar las lecciones aprendidas. Es un deber frente a las futuras generaciones evitar una tragedia mayor.

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POR VERÓNICA ORTIZ ORTEGA

VORTIZORTEGA@HOTMAIL.COM 

@VERONICAORTIZO

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