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¿Ya domamos la pandemia?

OPINIÓN

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En cifras absolutas, haciendo un corte al 10 de julio, México ocupaba el octavo lugar mundial en número de contagios y el quinto en decesos, de acuerdo con datos de la Universidad John Hopkins, sin considerar el subregistro de contagios y fallecimientos por COVID-19, reconocido por el propio zar anticoronavirus, Hugo López-Gatell.

Sin embargo, en lo que respecta a la prevalencia de muertes por cada millón de habitantes —esa que tanto presume el presidente López Obrador— nuestro país ocupaba también la nada presumible décimo cuarta posición mundial y la sexta en América, entre las naciones con más de un millón de habitantes, al presentar un total de 260 decesos por millón, sólo por debajo de Bélgica (844), Reino Unido (658), España (607), Italia (578), Suecia (547), Francia (460), Estados Unidos (412), Holanda (358), Chile (355), Irlanda (353), Perú (343), Brasil (331) y Ecuador (280).

La mala noticia para quienes en el gobierno suelen presentar como un logro de su gestión del coronavirus esta “comparación odiosa”, es que mientras los países europeos más afectados han logrado “domar” la curva de contagios y decesos, iniciando incluso la desescalada del confinamiento, en el caso mexicano las cosas se hacen al revés, permitiendo nuevamente la movilidad de personas cuando la curva epidémica sigue ascendiendo. Por ejemplo, tomando como punto de partida el 1 de junio —cuando el gobierno mexicano dio por terminada la jornada nacional de sana distancia— y hasta el 10 de julio, los ocho países europeos que nos superan en tasa de mortalidad por millón de habitantes registraron la siguiente cantidad de muertes por Sars-CoV-2: Bélgica 295, Reino Unido 5,605, España 345, Italia 1,524, Suecia 861, Francia 1,121, Holanda 174 e Irlanda 98. Es decir, en los últimos 40 días, estas ocho naciones, acumularon 10 mil 23 personas fallecidas por el virus, mientras que en México, en el mismo periodo, se perdían 23 mil 605 vidas. A la hora de dar explicaciones sobre la alta mortalidad del virus, las autoridades de salud federales optaron por repartir culpas en lugar de reconocer sus errores. Para López-Gatell, los decesos se deben a la obesidad de la población, e incluso a las personas de altos ingresos que importaron el patógeno vía aérea desde el extranjero —aunque por otro lado aseguraba que cerrar las fronteras era una medida inútil para contenerlo—, pero no a la displicente gestión de la pandemia de parte del gobierno federal, opuesto desde un inicio a cerrar las fronteras y al uso del cubrebocas.

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La Unión Europea prohibió el ingreso de viajeros provenientes de países de alto riesgo por COVID-19 —entre ellos México— y sus naciones promueven el uso obligatorio del cubrebocas. ¿Cuántas muertes pudo evitar el gobierno de AMLO de haber ordenado ambas medidas desde el inicio de la epidemia? ¿Cuántos decesos más puede prevenir si las implementa ahora y ordena un confinamiento con apoyos económicos a poblaciones vulnerables para hacerlo efectivo y aplica pruebas para detectar a personas asintomáticas y ponerlas en cuarentena? Salvar vidas debería ser una prioridad en su proyecto transformador.

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POR RUBÉN SALAZAR
DIRECTOR DE ETELLEKT
@ETELLEKT_

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