La discriminación es una conducta que consiste en un trato diferenciado a una persona que se encuentre en circunstancias comparables respecto de otras, o bien en un trato idéntico o similar a esa persona, cuando esta se encuentra en circunstancias desiguales, que genera en ambos casos una disminución real de oportunidades para el ejercicio de algún derecho y, que el motivo que la provoca es la pertenencia de esa persona a un grupo determinado por su origen étnico o nacional; el género o la orientación sexual, la edad, alguna discapacidad, la condición social, económica o migratoria, o bien cualquier otra que atente contra la dignidad humana. A estas categorías o grupos, también les podemos llamar motivos o causas prohibidas de discriminación.
Además, el acto debe realizarse típicamente, por parte de un grupo histórica y socialmente dominante, sobre uno de atención prioritaria o en situación de vulnerabilidad, como parte de una práctica sistemática dentro de la estructura social que de manera generalizada y consistente vulnera el ejercicio de los derechos de esa persona por alguno de los motivos prohibidos de discriminación.
Esta es una de las razones por las que se entiende que no existe la llamada discriminación inversa, porque si bien puede haber actos que vulneren derechos de personas no pertenecientes a grupos de atención prioritaria, éstos no son realizados como resultado de una práctica sistémica.
Es decir, en cuanto a la discriminación el contexto y la dimensión lo significan todo.
Si conoces a alguna persona a la que por cualquiera de los motivos prohibidos se le niegue el acceso a un derecho en igualdad de condiciones, entonces estamos listos para reconocer que en México discriminamos y mucho, en México hay racismo, clasismo, xenofobia, misoginia, homofobia y toda clase de actos de discriminación que sin importar su nombre, todos redundan en lo mismo, disminuir desde el privilegio el acceso de los otros al ejercicio pleno de sus derechos y de su dignidad inmanente a su condición humana.
México discrimina y el primer paso para prevenirlo desde luego es nombrarlo, sin embargo, no es suficiente con eso, se deben reconocer las ventajas asociadas a los privilegios de grupo. Ya que sin ello la desigualdad se hace invisible. Esa es desde luego la parte más difícil, ya que reconocer el privilegio derrumba la falsa idea de la meritocracia que sirve de sustento para mantener el sistema de opresión del que nos nutrimos los grupos privilegiados. Sin meritocracia el privilegio se desnuda y se muestra como lo que en realidad es, desigualdad derivada de la discriminación.
Es por ello que una de las mejores formas de apoyar la lucha contra la discriminación, particularmente la discriminación racial como lo hemos visto ahora en Estados Unidos, además de nombrarlo, es interiorizar, reconocer y evolucionar.
Muchas gracias como siempre amigas y amigos de El Heraldo de México, nos leemos la próxima quincena como siempre, Sin Vueltas, ni Rodeos.
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POR ALAN AIZPURU
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