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Los obreros movemos a México

¿Qué tan difícil es ganar la carrera si sales con varios kilómetros de ventaja, con apoyo del gobierno y condiciones que bien podríamos llamar monopólicas?

OPINIÓN

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Los datos son contundentes y escalofriantes. La emergencia sanitaria aumentará entre cinco y 10 por ciento el número de personas en situación de pobreza extrema por ingresos; es decir, quienes no ganan lo suficiente para adquirir la canasta alimentaria. 

En términos prácticos: de cada cinco habitantes del país, dos son pobres, dos son vulnerables de serlo por sus bajos ingresos, y sólo uno no es pobre ni vulnerable. De esos dos saldrán los nuevos pobres. 

Décadas de neoliberalismo, desmantelaron las instituciones del Estado encargadas de cumplir con derechos sociales —como salud, vivienda, trabajo digno, servicios públicos, educación— y se remataron ríos, costas, el aire, la tierra, el subsuelo, los derechos laborales y sociales, y toda empresa paraestatal que pudiera contribuir a la riqueza del “empresario favorito del sexenio en turno”. 

Seis personas en México concentran la misma cantidad de riqueza que la mitad de la población, y no es por “meritocracia”. No, ese sexteto heredó su riqueza y la hizo crecer amparado en el tráfico de influencias y a la corrupción. ¿Cuál esfuerzo? 

¿Qué tan difícil es ganar la carrera si sales con varios kilómetros de ventaja, con apoyo del gobierno y condiciones que bien podríamos llamar monopólicas? ¿Requiere mucho talento meter orden en una empresa estatal productiva previamente saboteada para justificar su remate y con ventas aseguradas al propio Estado que la remató?

Eso es el neoliberalismo, un saqueo constante, tramposo y ventajoso en beneficio de unos pocos, y que a cambio explota personas y ecosistemas sin importar el mañana.

De esa riqueza no derrama nada, en los últimos 20 años no hemos avanzado en el combate a la pobreza.

Lo bueno es que la solución eres tú, y somos todas y todos, pero no despotricando. La organización y participación social son la clave, aunque primero hay que documentarse y prepararse.

En mi caso, sí, soy marxista y siento un profundo respeto y admiración por logros revolucionarios y políticos en Cuba, Bolivia y Venezuela, por citar los más criticados en redes. Puedes compartirlo o no, pero necesitamos transformar la realidad. Si no lo hacemos, el capitalismo acabará con la humanidad, y la Madre Tierra ya no aguanta su ritmo de depredación y contaminación.

Esta emergencia nos ha dado una de las mayores lecciones de marxismo que jamás soñamos: con un obrero, puño en alto, ensalzando una máxima que está más vigente que nunca: el proletariado mueve este país y a todos.

Podemos organizarnos y buscar alternativas desde la filosofía que prefieras, o simplemente seguir defendiendo privilegios —como protestar desde la comodidad de un auto—, sin importar que mañana la clase dominante sacrificará lo que sea para mantenerse, incluida esa clase media y media alta que hoy la defiende. [nota_relacionada id=1069931]

POR CIRCE CAMACHO BASTIDA

COORDINADORA DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PARTIDO DEL TRABAJO EN EL CONGRESO DE LA CDMX

@CAMACHOCIRCE

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