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Nuevos contrapesos

OPINIÓN

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Sin contrapesos al poder, la democracia se convierte solo en una maquinaria para organizar elecciones y elegir gobernantes. Por eso se requieren normas que acoten el poder de los gobernantes; formas de representación de las minorías; y órganos autónomos que regulan responsabilidades del Estado en temas como las elecciones, el acceso a la información o la política monetaria.

En 2018 perdimos democráticamente uno de los contrapesos más importantes para el Poder Ejecutivo: la capacidad de la oposición en el Congreso para revisar políticas del Presidente o establecer matices y énfasis en la definición del Presupuesto Federal. Incluso en esos casos, la vocación democrática de un gobierno debe orientarse al fortalecimiento institucional y a la construcción de consensos, en lugar de aplicar la voluntad automática de las mayorías. Por ejemplo, las reformas de la etapa hegemónica del PRI se impulsaron por la oposición y se aprobaron a través de un diálogo constructivo y democrático.

Actualmente el discurso presidencial no favorece la construcción de alternativas este tipo, pues su estilo personal y la cerrazón ante la crítica y los cuestionamientos, cierra más puertas de las que abre. Esa es la premisa para el análisis: la actitud presidencial no cambiará, simplemente porque es incapaz de corregir, al menos en el discurso. Inútil insistir en la crítica a su actitud. Con esa base, la construcción de políticas alternativas, con soluciones novedosas, requiere del fortalecimiento de un nuevo tipo de contrapesos.

La estrategia para enfrentar el COVID 19 generó dudas sobre su eficiencia, incertidumbre en las cifras y temor ante “la nueva normalidad”. Con todo, el COVID 19 también motivó una reacción hacia la construcción de un contrapeso a las directrices gubernamentales. Por principio, universidades, empresas y algunos gobiernos locales, tomaron medidas antes de la definición de las políticas federales, con importantes éxitos. En el camino, se conformó una protesta y demanda de diálogo por parte de los gobiernos de los estados. Esta semana los gobernadores han logrado cuestionar la actitud de la federación y no ha quedado más remedio que sentarse a negociar, dialogar y tratar de construir acuerdos para que los semáforos del regreso a la “nueva normalidad”, incluyan los puntos de vista locales. Aún así la polémica continúa.

Después de la pandemia, la crisis económica y la inseguridad estarán presentes, pero en aras de fortalecer nuestra democracia, tendremos una nueva relación estados – federación que frenará las actitudes centralizadoras de los primeros meses del gobierno; en el 2021 habrá la oportunidad para reforzar contrapesos en la Cámara de Diputados y en los gobiernos locales; la sociedad civil seguirá actuando y denunciando la nueva corrupción en la 4T; las mujeres seguirán en su lucha contra los feminicidios; y la prensa deberá mantener e incrementar la crítica a lo que no nos parece correcto. Serán los nuevos contrapesos mientras la oposición retoma su rumbo, bajo la premisa de que el Presidente no cambiará su actitud.

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POR ARTURO SÁNCHEZ
DECANO ASOCIADO DE LA ESCUELA DE GOBIERNO Y TRANSFORMACIÓN PÚBLICA
TECNOLÓGICO DE MONTERREY
@ArturoSanchezG

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