La posibilidad de una visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a su colega estadounidense, Donald Trump, en algún sitio de los Estados Unidos en julio, rompería con una tradición diplomática y despierta preocupación sobre problemas políticos.
Cierto que López Obrador y el presidente Donald Trump en su propia forma son mandatarios que rompen con esquemas políticos y no sería la primera vez que alguno de los dos fuera contra convencionalismos.
Pero la fecha y el momento crean preocupación para algunos en México, para quienes así como hay posibles ventajas, la posible visita tiene su parte negativa.
Desde un punto de vista favorable al mandatario mexicano tendría una justificación: la entrada en vigencia del Tratado de Comercio México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), al que AMLO atribuye una importancia considerable y apoya la imagen de su gobierno.
Sería, entre otras cosas, mostrar una buena relación con el principal socio comercial del país, y al menos por inferencia si no expresamente, su respaldo/garantía a las inversiones en México, especialmente en estos momentos.
Y eso sin olvidar que en términos de política doméstica sería un duro recordatorio de que los Estados Unidos favorecen por sistema la estabilidad de los gobiernos en México.
Pero del otro lado del argumento, la visita tendría la posibilidad de crear problemas para López Obrador.
De entrada el momento es complicado, porque aunque no esté oficialmente en marcha sino hasta septiembre de este año, la campaña electoral estadounidense ya comenzó y el presidente Trump es candidato a la reelección.
Trump presume con frecuencia de su buena relación con López Obrador, que por su parte ha sido extraordinariamente cuidadoso en el manejo de la relación con Estados Unidos.
Pero dicho eso, el anuncio hecho por el propio Trump la noche del martes en Arizona abre la puerta a las advertencias de que la fotografía del Presidente mexicano con Trump se convierta eventualmente en un elemento escenográfico de la campaña electoral y que el momento elegido indique en cierta forma una preferencia del gobierno de México.
Pero no son pocos los expertos que en semanas recientes han advertido contra la idea de que el gobierno mexicano abandone una postura de neutralidad en las elecciones estadounidenses con la consecuente reacción contraria de los demócratas. [nota_relacionada id= 1105991]
Lo tradicional sería que el gobierno mexicano busque la mejor relación posible con los dos candidatos y sus equipos, haciéndose presente con ellos, pero sin apariencia de entrometerse.
La relación entre México y Estados Unidos es definida como "interméstica", porque es internacional, pero al mismo tiempo interna, con impacto en la cotidianidad doméstica de cada país.
Y en ese sentido, según la tradición, de la misma forma que los Estados Unidos tratan de no mostrar sus cartas en las elecciones mexicanas, los mexicanos deberían evitar mostrar las suyas en las estadounidenses.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@CARRENOJOSE
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