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México y la nueva realidad americana

Porque nuestro destino está íntimamente ligado al de EU, debemos leer los cambios que están ocurriendo allá

OPINIÓN

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Desde hace cinco generaciones, los mexicanos hemos vivido en una era caracterizada por el predominio de Estados Unidos: como potencia regional, de la mano de la Doctrina Monroe y, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, como hegemón global. EU encabezó la construcción del sistema liberal dominante del siglo XX: la reconstrucción de Europa con el Plan Marshall y el despegue de Asia–Pacífico; el sistema de Bretton Woods, el GATT y la OMC; la ONU y la OTAN, entre otros hitos. Ningún otro país ha ejercido una influencia tan importante en México: desde las guerras de intervención en el siglo XIX, hasta la integración comercial en el XXI.

Porque nuestro destino está íntimamente ligado al de EU, nosotros como ningún otro país debemos leer los cambios que están ocurriendo ahí, pues en gran medida reconfigurarán el mundo e impactarán fuertemente en México. La prensa ha dado cuenta de las protestas a raíz del asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd; con todo lo trágico, se trata de un síntoma de cambios sistémicos más profundos en aquel país.

Primero, el centro político se ha desgastado para dar pie a la polarización: desde el nativismo xenófobo de la extrema derecha, hasta expresiones de la izquierda radical.

Segundo, la realidad demográfica: se estima que hacia mediados de siglo la población caucásica dejará de ser mayoritaria, lo cual crea tensiones entre amplios sectores que avivan discursos y políticas de confrontación, al tiempo que carcomen los valores centrales de la democracia para remplazarlos por identidades tribales en conflicto permanente.

Tercero, el sistema político parece estar rebasado por la realidad: el esquema de elecciones indirectas crea distorsiones y sub- representaciones cada vez más alejadas del sentir popular. En lo social, es el único país desarrollado sin un sistema de Salud universal y con un esquema educativo desigual. El país ha perdido ascendente internacional, tanto por factores estructurales como por decisiones internas que tienden al aislacionismo: Europa recela cada vez más de la alianza atlántica; el conflicto EU–China parece dejar cada vez más a la deriva el proyecto de Asia–Pacífico; a Oriente Medio y África prácticamente los ha abandonado. En América Latina, la acción diplomática de Washington ha sido tenue, cuando no ausente, en la construcción de acuerdos regionales.

En el futuro previsible, EU no dejará de ser la principal potencia global, pero todo indica que nuestra generación atestiguará cambios sustanciales. Como mexicanos debemos atisbar las reconfiguraciones que vienen para nuestro vecino.

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POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

SENADORA DE LA REPÚBLICA

@RUIZMASSIEU

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