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Escenarios ante la incertidumbre

Se incrementan las dudas sobre la exactitud de las cifras oficiales y el próximo regreso a la “nueva normalidad”

OPINIÓN

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Ante situaciones de incertidumbre, el buen consejo es prepararse para el peor escenario posible y diseñar estrategias que preparen la aplicación de esas políticas.

El diseño para salir de la crisis debiera ser cauta, con alternativas, flexible y bien comunicada. Ese camino se hace sinuoso cuando el gobierno opta por la exposición diaria a los medios e insiste en dar buenas noticias ante la evidencia de la incertidumbre.

El costo es perder credibilidad, deteriorar la palabra presidencial y generar más incertidumbre.

Ante una pandemia que nadie en el planeta acaba de entender, los riesgos de comprometer fechas, anunciar el “achatamiento de la curva” y proyectar un “semáforo” para regresar a las actividades resulta irresponsable, carente de certidumbre y muy proclive al error.

Se incrementan las dudas sobre la exactitud de las cifras oficiales y la pertinencia del próximo regreso a la “nueva normalidad”. Poco caso se hace a las experiencias de otros países y al cuidado que debemos tener. Hoy, cuando nos invitan a planear el regreso a las calles, pareciera que apenas estamos llegando a los momentos más complejos de los contagios.

En todo caso, cuando regresemos a “la normalidad”, conviviremos con una economía en problemas. Al menos en este caso tenemos una certeza: por ningún motivo, con más o menos muertos, con camas disponibles o sin ellas, el Presidente no cambiará un ápice su política económica; es incapaz de hacerlo y no tiene la generosidad que requeriría la acción de un verdadero estadista.

Así lo reiteró en un texto de 30 cuartillas, en el decreto contra las energías limpias, en el banderazo a las obras del Tren Maya y su negativa a escuchar las propuestas alternativas de los empresarios del CCE.

Por lo tanto, se fortalece la incertidumbre sobre el futuro económico de México para los próximos meses (¿años?). Antes de negar los pronósticos sobre la contracción del PIB de hasta 9 por ciento, habría que imaginar la política que correspondería tomar en un escenario como ése.

La rigidez y nula flexibilidad se expresa en las premisas de siempre: saldremos de la crisis acabando con la corrupción y estamos en la crisis del neoliberalismo. Por eso, el Presidente no pospone ni reduce el gasto de sus proyectos prioritarios. Se privilegia la política social asistencialista, pero se descuida la generación de empleos permanentes.

Ante la gravedad de la crisis, la duda es si habrá dinero que alcance para mantener sus proyectos, o si el Presidente radicalizará las políticas, con la misma tenacidad con la que luchó por la Presidencia. La diferencia consiste en que, para ser presidente, López Obrador tuvo tres oportunidades; para gobernar a México, sólo tiene un turno.

Ante la incertidumbre creciente, es difícil construir escenarios viables para definir estrategias innovadoras, creativas y emprendedoras.

Ni el futuro de la pandemia, ni la perspectiva económica ofrecen hoy buenos augurios. Habrá que empezar a prefigurar las consecuencias sociales de la actual crisis. [nota_relacionada id=1039800]

POR ARTURO SÁNCHEZ GUTIÉRREZ

DECANO ASOCIADO TEC DE MONTERREY

@ARTUROSANCHEZG

eadp

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