El día de hoy es sin duda trascendental para México en una época en la que más que nunca las instituciones del Estado mexicano están a prueba.
Ayer la Suprema corte de Justicia de la Nación se jugaba el todo por el todo en una resolución que marcaría una pauta definitoria para la novel integración de la Corte.
La llamada Ley Bonilla
En juego estaba no solamente la independencia y credibilidad de la Corte, sino había mucho más; Estaba en juego si se respetaría la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas bajacalifornianas que fueron convocadas a la urnas para elegir al que sería el próximo gobernador del estado por solo dos años.
También estaba en juego si México daría un paso hacían adelante en la consolidación del país como Estado Democrático de Derecho o si regresaríamos décadas atrás a una época en la que poderes ajenos y alienados de la voluntad popular determinaban quien detentaba el poder en el país.
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En caso de permitir que la Ley Bonilla extendiera inconstitucionalmente por mandato del congreso estatal y un gobernador que se rehusó a vetar el proyecto de Ley, hubiera sido patente que el principio democrático de la división de poderes fuera letra muerta.
Sin embargo no fue así, en una sesión sin precedentes en México por haberse realizado a distancia mediante un sistema de video conferencia disponible para todo el público a través de las redes socio digitales, en punto de las 11 de la mañana la Suprema Corte de Justicia de la Nación inició una discusión que unas horas después, declararía con una aplastante unanimidad de voto, que la llamada Ley Bonilla era anticonstitucional.
Al comentar y discutir un brillante proyecto del Ministro Fernando Franco, a cargo de la ponencia, uno a una los ministros y ministras fueron manifestando en fondo y forma, su conformidad con el sentido del proyecto y dieron por terminadas las pretensiones antidemocráticas de extender en lo oscuro, lo que no se consiguió en las urnas.
Fraude a la constitución, Ilícito constitucional, usar la constitución para violar la constitución...
Fueron algunas de las expresiones utilizadas por las ministras a quienes el Ministro Presidente Zaldivar daba la palabra para manifestar sus argumentos al proyecto.
Con ese acto alrededor de las 14 horas del día de ayer se termina uno de los capítulos que pudo ser de los más lúgubres momentos para la democracia mexicana y por el contrario, se consolida un nuevo paso hacia la independencia judicial, la división de poderes, la confianza en las instituciones y la credibilidad de la justicia mexicana.
La Corte hoy estuvo del lado del Derecho y la voluntad popular. Había mucho en juego y el juego se ganó.
¡Bravo para la Corte!
Muchas gracias lectoras y lectores del Heraldo de México y nos leemos la próxima quincena, Sin vueltas, ni rodeos.
POR ALAN AIZPURU
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