Efectivamente no fue lo mismo

Los grandes proyectos de inversión seguirán y se ampliará la protección social. Habrá créditos sí, pero no para las grandes corporaciones

El plan del gobierno de México para enfrentar la pandemia del coronavirus y la crisis económica que de ahí se ha derivado, anunciado ayer por el Presidente de la República, efectivamente no fue lo mismo.

Durante décadas, gobiernos neoliberales entregaron los recursos de la Nación a los eternos beneficiados, además, aprovechaban las crisis económicas o las tragedias nacionales (temblores, huracanes, etc.) para hacer negocios y diseñaban “programas extraordinarios de rescate”, que aumentaban la desigualdad y la pobreza al beneficiar a pocos, los más ricos; sacrificando siempre a los más pobres. Ayer, el Presidente demostró que eso se acabó, por eso decimos: efectivamente, no fue lo mismo.

El Presidente de la República resistió tanto a las presiones internas como a las externas y con ahorros va a proteger y atender a los más pobres, sin generar deuda. La deuda siempre ha empobrecido a los más pobres, porque para pagar deuda se tienen que sacrificar programas sociales, construcción de hospitales y universidades, caminos y escuelas rurales.

A los críticos se les olvida que para obtener deuda, los organismos financieros internacionales imponen (a los gobiernos) la adopción de políticas económicas por medio de las llamadas “cartas de intención” obligando a austeridad fiscal neoliberal. Así fue durante la crisis de los 80 y con la adopción del consenso de Washington. Y así fue también en 1995. Por eso decimos no, efectivamente no fue lo mismo. El gobierno de México no debía aceptar firmar cartas de intención con las cuales tendría que abandonar sus programas sociales.

En lugar de un rescate multimillonario que nos dejaría endeudados durante décadas (como el Fobaproa); con beneficios fiscales y cascadas interminables de dinero en efectivo para unos cuantos muy ricos y sacrificios para millones de pobres; el plan del Presidente de la República es diferente, muy diferente.

El gobierno administrará bien y beneficiará a los más pobres: sacrificios sí, pero para la alta burocracia: un subdirector en el gobierno de México gana el doble que el salario promedio de 70% de los mexicanos; por ello, se sacrifica a la burocracia y no al pueblo.

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Los grandes proyectos de inversión seguirán y se ampliará la protección social que ya se está construyendo. Habrá créditos sí, pero no para las grandes corporaciones; los créditos serán para los campesinos y pequeños agricultores, para el vendedor de tortas de la esquina, para la tiendita de abarrotes de la calle, para el taquero, para los pequeños negocios de carácter familiar que siempre habían sido abandonados a su suerte por el gobierno. Incentivos sí: para la tortillería o carpintería, habrá millones de becas para los jóvenes que antes eran llamados despectivamente “ninis” y se protegerá con la pensión universal a los adultos mayores. Por eso decimos efectivamente, no fue lo mismo. Hoy se protege a los más pobres.

POR FRANCISCO CHINGUIL FIGUEROA

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