Si algo nos ha enseñado este virus desde su aparición en China a finales de 2019, es que ha sido subestimado. Desde la negación de su brote en los primeros pacientes de ese país, hasta las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en las que las temperaturas más cálidas de los meses de marzo y abril destruirían al virus del COVID-19.
Hoy China comienza a superar la crisis tras haber implementado medidas severas y Estados Unidos es el nuevo epicentro de la pandemia global con más de 245 mil casos confirmados y 6 mil defunciones.
Independientemente del aspecto clínico de la epidemia, en México nos encontramos ante uno de los escenarios económicos más complejos desde los últimos 100 años. Si bien las autoridades de salud tenían contemplada la llegada de la nueva cepa de coronavirus, la realidad es que no estamos preparados ni institucional ni administrativamente para enfrentar a este adversario invisible.
Mientras que en EU se acaba de aprobar el programa de rescate económico más importante de la historia (2 billones de dólares) y más de 6.6 millones de sus ciudadanos han tenido que recurrir al fondo del seguro de desempleo, en México el presidente López Obrador sigue desestimando pronósticos financieros hechos desde la misma SHCP en los que estima habrá un decrecimiento económico de 3.9% del PIB.
Sin embargo, la situación es más compleja, empezamos este año con un crecimiento económico de 0% en vísperas de una recesión, además de que la actividad industrial ha caído en los últimos 16 meses al igual que la credibilidad en la inversión en México.
A esto hay que sumarle otros factores sociales y externos como la economía informal, en la que sobrevive casi 60% de la población, y el colapso del petróleo como fuente de ingreso para las finanzas públicas, debido a la caída drástica de los precios ocasionada por el conflicto entre Rusia y Arabia Saudita.
Es urgente alinear verdaderas estrategias comprensivas en todos los niveles de gobierno y hacer uso efectivo de toda la infraestructura del Estado para atender tanto la crisis sanitaria como la económica.
No se trata de escoger entre economía o salud, sino de buscar las mejores condiciones de salud y las mejores en economía para hacer frente al coloso al que nos enfrentamos.
Se necesita de liderazgo en tiempos de apremio, desafortunadamente vemos a una administración rebasada por la realidad, que sigue sin generar certidumbre en los sectores productivos ni la sensación de seguridad en la población, más allá de discursos contradictorios y el “detente” salvador.
Más allá de lo que pueda transmitirle a través de estas líneas, de lo que estoy segura es que podemos hacerle frente a esta contingencia si como sociedad nos lo proponemos. Vivimos un momento histórico que exige lo mejor de nosotros y de todos.
No bajemos la guardia. [nota_relacionada id=952388]
POR AZUL ETCHEVERRY
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