Responder con innovación y nuevas formas de organización

Estamos en medio de la primera parálisis global en la historia de la humanidad. El virus que provoca Covid-19 se reproduce muy rápidamente cuando invade un nuevo huésped y no produce síntomas inmediatos, por lo cual sus portadores se convierten en fuertes focos de contagio. En tan sólo 100 días ya se contabilizan casi 3 millones de contagios y poco más de 200 mil muertes en todo el mundo. A nivel global, millones de empresas están en crisis o al borde de la quiebra; cientos de millones de trabajadores pueden perder su empleo.

Mientras no exista una vacuna efectiva, lo único que podemos hacer para evitar la multiplicación de los muertos es evitar el contacto con otras personas, eliminar los traslados y quedarnos en casa. Mientras sigamos siendo vulnerables a este tipo de virus –y realmente lo somos— tal vez debemos adoptarnos a una nueva era de la humanidad.

El Centro Histórico de esta Ciudad es un ejemplo de lo que está ocurriendo en todas las ciudades del mundo. Es una clara muestra de la respuesta frente a la epidemia, pero también de la parálisis económica. De manera paulatina las actividades se suspendieron, los negocios bajaron sus cortinas y para evitar atraer a visitantes o transeúntes varias calles se cerraron, incluyendo la histórica plaza de la Constitución.

Evidentemente después de esta gran crisis nada será igual. La manera de organizarnos para el trabajo, la educación y la forma de vender y comprar productos tendrá un alto componente de actividad virtual y muy probablemente los consumidores se inclinarán por lo más cercano o por lo que llegue más fácilmente al lugar donde se encuentran. Además, se acostumbrarán a buscar y comparar precios y servicios por Internet.

Esta situación se inscribe en la tendencia internacional para hacer un uso más intensivo de las nuevas tecnologías. Entre 2015 y 2018, en todo el país los hogares conectados a Internet pasaron de 12.8 a 18.3 millones. En tanto, el comercio a través de Internet, medido por el número de personas que realizó compras o pagos, creció 175%. Considerando que una misma persona puede acceder a múltiples ofertas, los productos con la mayor cantidad de usuarios son ropa y accesorios de uso personal (50%); reservaciones y boletos (35%); aparatos electrónicos (24%); programas y/o aplicaciones de software (21%); libros (15%) y, entre otros, alimentos y bebidas (12%).

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Para superar la epidemia y la crisis económica de la manera más rápida y al menor costo posible, es necesario asumir esta tendencia global y revalorar las enseñanzas que el aislamiento nos ha impuesto. Empresarios, trabajadores, funcionarios, profesores y alumnos, amas de casa y prestadores de servicios, todos debemos fortalecer nuestro conocimientos y habilidades digitales.

Como un primer paso para superar la crisis, lo que antes era una opción, hoy en día es una obligación. Debemos usar las nuevas tecnologías, a fin de planear mejor, ser más competitivos, más cercanos a las necesidades de los consumidores y, por qué no, más solidarios. Las grandes crisis reclaman innovación, sensibilidad y nuevas formas de organización social y productiva. Esta crisis reclama un nuevo sentido de conectividad social.

POR DUNIA LUDLOW
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