La coronadiplomacia

Si no fuera por la Organización Mundial de Salud, que hace una gran labor de medir la pandemia, podríamos afirmar que la cooperación internacional ha fracasado

La solidaridad y una respuesta contundente y bien financiada por las organizaciones internacionales es lo que todos desearíamos en los tiempos de coronavirus. No obstante, la cooperación internacional durante el Covid-19 ha resultado muy deficiente. Nos frustran las reuniones del G7 y del G20. Desesperan la incapacidad de las Naciones Unidas de dirigir los esfuerzos conjuntos y las deliberaciones de la Unión Europea y de otras organizaciones regionales. Si no fuera por la Organización Mundial de Salud, que hace una gran labor de medir la pandemia, reporta diariamente, recomienda y apoya técnicamente a los países que lo solicitan, podríamos afirmar que la cooperación internacional ha fracasado.

Ahora bien, hay que recordar que las organizaciones internacionales funcionan en la medida en la que lo permiten sus países miembros. Hoy, los Estados están dispuestos a realizar las acciones individuales más que apoyar las soluciones colectivas. Asimismo, en el contexto del coronavirus observamos un fenómeno que podríamos denominar la coronadiplomacia. Mientras que diplomacia la definimos como un conjunto de prácticas y métodos formales mediante los cuales los Estados conducen sus relaciones internacionales, la coronadiplomacia se asemeja mucho a la diplomacia en tiempos de guerra.

Por el coronavirus, las misiones diplomáticas enfrentan limitaciones y serios controles en la movilidad de su personal. Los retornos masivos de los ciudadanos a sus países alertaron a todos los servicios consulares. Hay cambios en los instrumentos de la política exterior que solían usar los países para ejercer la influencia internacional. Por ejemplo, los Estados Unidos aceptaron recientemente los ventiladores de la empresa rusa Kret, subsidiaria de Rostec que está bajo régimen de sanciones americanas. El juego del “poder blando” lo gana China que, al disponer de productos médicos para luchar contra el coronavirus, los vende o dona a través de sus empresas y fundaciones. Aunque Finlandia, los Países Bajos, España, Turquía, Chequia y algunos otros, no pudieron usar una parte de estas adquisiciones por su mala calidad, la mayoría de los países en América Latina y África están más que contentos por recibir insumos para coronavirus en tiempos de escasez.

La coronadiplomacia desaparecerá en cuanto se logre domar al Covid-19, pero sus consecuencias permanecerán ¿Cuántos ministerios de relaciones exteriores decidirán recortar su personal diplomático dedicado a temas no consulares, considerando que muchas negociaciones se pueden llevar a cabo a través las teleconferencias? ¿Cuántos países se acercarán más a China considerando que ésta les ayudó más que los Estados que tradicionalmente ofrecían apoyo?

Lo veremos en breve. Por lo pronto, el coronavirus está acelerando los cambios en la distribución de poder y en cómo serán las relaciones internacionales en el futuro. Los inicios de esta transformación son anteriores a la pandemia y sus resultados se verán plenamente después del Covid-19.

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POR BEATA WOJNA 

PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES, 

ITESM 

@BEATAWOJNA

eadp

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