El Wuhan mexicano

Así se propagó el COVID-19 en la clínica 72 del IMSS y luego al exterior

La clínica 72 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Tlalnepantla se ha vuelto el epicentro del coronavirus entre el cuerpo médico de todo el país. Superó, por mucho, los casos de contagio del hospital de Monclova del mismo instituto donde, presionado por la opinión pública, finalmente, el gobernador de Coahuila tuvo que reconocer que 39 integrantes del personal médico resultaron positivos de COVID-19 y enviarlos a casa.

En la clínica 72 hay una lista de 91 casos positivos y sospechosos, de la que tengo copia con nombre y apellido. Entre ellos, hay 28 residentes, tres jefes de enfermería, cuatro internistas, seis pediatras, un neumólogo, un camillero, una ginecóloga, un manejador de alimentos y varios enfermeros y enfermeras. Es el Wuhan mexicano y ninguna autoridad lo quiere reconocer, por lo tanto, no están tomando las medidas pertinentes para dejar de propagar la epidemia.

Está saliendo al revés la situación. El hospital que debe luchar por controlar la pandemia está volviéndose un foco de reproducción interno y hacia el exterior. El nosocomio de Tlalnepantla muestra que no se trata de una pesadilla, sino de una alarmante realidad en la que han tenido que trabajar buena parte de los médicos mexicanos, quienes a pesar del riesgo no han tirado la toalla, movidos por su vocación de servicio. Aún así, han buscado ingeniárselas para sobrevivir en la primera línea de contención del COVID-19. Unos con caretas de refrescos hechas por ellos mismos o donadas por ingeniosos estudiantes.

Varios médicos me entregaron copia de los resultados de laboratorios privados, algunos estudios se practicaron en Olab, que acredita la detección positiva del coronavirus SARS-CoV-2, fechados entre el 6 y 10 de abril. Estoy hablando de laboratorios privados. ¿Sabe por qué? Porque a los profesionales de la salud no les quisieron hacer las pruebas en el propio instituto y al sentirse mal de salud, decidieron, por cuenta propia, ir a practicarse el exudado para corroborar lo que a todas luces ya sabían: ser casos positivos.

Uno de los especialistas (de quien no daré el nombre porque él y sus compañeros están bajo amenazas de perder el empleo) me contó que desde antes del 6 de abril empezó con una picazón en la garganta, siguió acompañada de dolores musculares y articulaciones, fuertes punzadas de cabeza y tos seca. En su trabajo, en la clínica 72 le pidieron que fuera a su clínica correspondiente, situada en Azcapotzalco, donde tampoco le quisieron hacer la prueba ni lo pusieron en cuarentena. Fue cuando tomó la decisión de ir por su cuenta al laboratorio privado. Ya con los resultados que confirmaban ser positivo es que en su trabajo le autorizaron el aislamiento. Así es como se ha dado la propagación del virus dentro y fuera del hospital donde ni siquiera existe un protocolo para enfrentar la Fase 2 en la que se encuentra el país por la pandemia.

Indigna a los doctores ver y escuchar a Zoé Robledo, director del IMSS, en las mañaneras con el Presidente decir que hay insumos suficientes en el instituto y que todo está bajo control para enfrentar la situación. Una de dos: o lo están engañando o Robledo está ocultando información de manera deliberada. Mientras tanto, siguen sin tomarse acciones para controlar la epidemia en el hospital y ya viene la Fase 3.

***

UPPERCUT: En el hospital La Raza una anestesióloga también presentó los síntomas y tampoco le hicieron la prueba. Del mismo modo, la epidemia ha empezado a propagarse entre el personal médico.

POR ALEJANDRO SÁNCHEZ
CONTRALASCUERDASMX@GMAIL.COM 
@ALEXSANCHEZMX

lctl