Ni liderazgo ni credibilidad ante la pandemia

Por un lado, los mexicanos oyen los comerciales de “Susana Distancia”, pero ven al Presidente en giras

En Japón y Corea del Sur, cuando el gobierno instruyó usar mascarillas en la calle o quedarse en casa, prácticamente todos los ciudadanos hicieron caso de inmediato. Es natural: esos países tienen gobiernos serios y con credibilidad que ejercen una comunicación clara. Además, su población está acostumbrada a seguir instrucciones oficiales.

En esta crisis, es tan importante que los gobiernos dicten las medidas adecuadas, como convencer a la gente de que deben acatarlas. Este no es el caso en nuestro país. No hemos contado con un liderazgo asertivo ante la crisis, que conduzca y comunique con claridad para generar confianza y respaldo social. La actitud irresponsable de López Obrador no abona a la credibilidad que se requiere para que las medidas sean acatadas.

El propio gobierno ha sembrado la confusión con mensajes contradictorios. Por un lado, los mexicanos oyen los comerciales de “Susana Distancia”, pero por el otro ven al Presidente en giras abrazando y besando gente. El mismo día que la jefa de Gobierno dio un mensaje solicitando que nos quedáramos en casa, el Presidente publicó un video en una fonda pidiendo que salgamos a la calle. Esta semana, el propio subsecretario y principal vocero de la pandemia salió a implorar que nos quedemos en casa, porque hay una crisis y es “nuestra última oportunidad”, pero durante semanas nos habían dicho que todo estaba controlado y no había de qué alarmarse.

Lo cierto es que se sobreestimó la capacidad del gobierno de hacer que la gente siga sus instrucciones. Frente al COVID-19, la estrategia mexicana ha sido dar pequeños pasos de forma incremental en lugar de tomar acciones firmes de inmediato. El problema con la estrategia del gobierno es que parte de un supuesto muy cuestionable y arriesgado: para que funcione, todos, o al menos la enorme mayoría de la población, tendría que acatar estrictamente las instrucciones justo en el momento que se requiere. El margen de error es muy pequeño.

No obstante, en las calles de México millones de personas siguen paseando y haciendo actividades innecesarias, incluyendo adultos mayores, mujeres embarazadas y niños. Si usted les pregunta se asombrará de sus respuestas: hay quiénes dicen que el gobierno está haciendo muy poco, otros piensan que está exagerando y unos más que creen que el COVID-19 es un invento. La desinformación y la desconfianza pululan. Cuando al fin las autoridades comienzan a tomar medidas drásticas, para mucha gente no hay sentido de urgencia. El gobierno de los 30 millones de votos es incapaz de operar la movilización ciudadana que se necesita, como resultado de la negligencia y falta de seriedad de su propio Presidente.

Viene lo peor de esta crisis y si las medidas no se siguen, pronto veremos nuestros hospitales más rebasados de lo que ya están. Quienes afrontarán las peores consecuencias no serán quienes se sientan en la conferencia de las 7pm, sino las y los doctores y enfermeras de nuestro país, que están luchando a diario por salvar vidas. El mejor homenaje que podemos hacer a todos esos héroes anónimos es olvidar lo que nos dijo el Presidente semanas atrás y tomar en serio esta crisis. Actuar ya: quedarnos en casa.

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POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA
@guillermolerdodetejada
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