El supersecretario Ebrard

El canciller es el #2. Nadie como él tiene la confianza de AMLO en momentos de crisis

Es el #2 del gobierno federal. El hombre de confianza del Presidente en los momentos de crisis. Secretario de Relaciones Exteriores, sí, pero también ocupa parcialmente ya Gobernación, Seguridad y ahora encabeza al gabinete en la emergencia por coronavirus. Más lo que se acumule.

Marcelo Ebrard fue designado por el Presidente para leer, el lunes por la noche, el documento por el que se decretó la Emergencia Sanitaria por causa de fuerza mayor por el COVID-19. López Obrador lo puso al frente, lo designó a cargo. Encabezando al gabinete, flanqueado por los secretarios de la Defensa, Marina y Gobernación, y el vocero en la contingencia, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, el canciller tomó el mando. De nuevo. Es el bombero presidencial, el funcionario que aparece eficaz, para apagar incendios que lucen fuera de control.

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Al arranque del sexenio, Ebrard optó por el bajo perfil. Navegó sin hacer ruido. Sus apariciones eran contadas. Cuando se pedía una charla con él, la respuesta previsible llegaba. “Se está administrando”, comentaban sus cercanos. Todo cambió hace casi un año, con la amenaza arancelaria de Donald Trump. Desde entonces, vive con extintor en mano.

Logró contener el amago del gobierno de EU y frenó los impuestos que nos querían imponer. El presidente López Obrador le dio desde ese momento, amplias atribuciones para acordar en Washington asuntos diplomáticos, sí, pero también de seguridad interior. A partir de ahí, el secretario creció su influencia y colocó bajo su cobijo al INM, que reporta a Gobernación, y a parte de la Guardia Nacional, desplegada en las fronteras, que estaría bajo el mando del secretario de Seguridad y la Secretaría de la Defensa.

Tras la masacre a la familia LeBarón-Langford-Miller, en la que nueve de sus integrantes fueron asesinados, no fue sino el Canciller quien se trasladó al lugar de la tragedia. Sí, los LeBarón tienen nacionalidad mexicana-estadunidense, y el puente diplomático caía en sus atribuciones, pero Ebrard fue más allá. Caminó el terreno de la desgracia. Se reunió con las autoridades estatales y con los mandos militares y de seguridad federal. Eso, que no estaba en sus atribuciones, es terreno que ya abarca también.

Se comió a Gobernación y Seguridad. Nadie podría poner en duda la confianza que López Obrador le tiene; nadie tampoco podría escatimarle capacidad. Soluciona y resuelve, algo que no caracteriza a otros miembros del gabinete.

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La política es la búsqueda del poder y Ebrard es un político profesional. Abarca cuanto puede y si puede más, más. Ahora está al frente en una situación inédita y de pronóstico reservado. Su aspiración presidencial, esa de la que no le gusta hablar –todavía– se recarga en la eficacia con la que afronte el enorme reto del COVID-19. Con extintor en mano apareció de nuevo el supersecretario. Veremos.

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POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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