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El negocio de la depresión mundial

En EU, científicos, médicos y famosos se empeñan en denunciar los efectos del abuso de los antidepresivos

OPINIÓN

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Dos acontecimientos en la Unión Americana y Puerto Rico vuelven a poner el foco de atención en la depresión, un tema en polémica por el incremento mundial del uso de fármacos para combatirla como enfermedad.

En días recientes se autorizó un fármaco en aerosol (esketamina) que promete con sólo pulsar un botón sacar del hoyo hasta los casos más duros mientras René Pérez, el popular vocalista de Calle 13, confesó en una canción, cuyo video alcanzó los 42 millones de visitas, que hace años que está deprimido.

Residente, como se le conoce a René Pérez, abundó en una entrevista que no le gustan los psiquiatras, porque recetan pastillas sin ton ni son; en cambio, apuesta a la terapia psicológica para salir de la tristeza profunda en la que frecuentemente se ve inmerso. Así descubrió que lo que necesita es el calor de su familia, más cercanía, más amor.

El tratamiento del puertorriqueño —el del autoconocimiento y la reflexión sobre sus carencias y necesidades– no es, por desgracia, la tendencia mundial en el combate a la depresión; por el contrario, se ofrecen cada vez más tratamientos químicos, fórmulas mágicas en píldoras o spray.

En algunas clínicas del IMSS en México, por ejemplo, basta decir el nombre de una enfermedad psiquiátrica para que los médicos suelten las pastillas, un método que debería ser la excepción, no la regla facilista para resarcir la falta de inteligencia emocional ante las frustraciones o la contundente realidad de que el mundo no gira en torno de las expectativas de nadie. En EU, científicos, médicos y famosos se empeñan frecuentemente en denunciar los efectos colaterales del abuso de antidepresivos que enganchan a las personas con la promesa de la felicidad.

El psicofarmacólogo David Healy alertó en 2012 que James Holmes, el muchacho estadounidense que asesinó a 12 personas que veían una función de medianoche de la película Batman: El caballero de la noche asciende, pudo actuar bajo los efectos secundarios de antidepresivos.

Gail Saltz, investigadora en psiquiatría en el Hospital Presbiteriano de Nueva York, insiste que "hay muchas personas que reciben medicamentos recetados que no deberían" y Keith Humphreys, profesor de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad de Stanford, remarca que se debe reconocer que son drogas que ayudan en ciertos casos, pero también "hacen daño".

Advertencias se multiplican en el mundo ante oídos sordos. Estadísticas del Consumer Reports, de 1997 a 2016 el número de recetas para antidepresivos pasó de 2,400 millones a 45 mil millones, con ganancias récord para la industria farmacéutica que en 2023 facturará 1.5 billones de dólares anuales porque entre su ambición de la industria, la comodidad de los médicos y falta de información de pacientes: toda una generación se ha quedado enganchada.

Mudos reclamos como los que hizo el talentoso trapero Lil Peep, quien murió a los 21 de una sobredosis de xanax y drogas. "El ID (identificación) oficial me ayuda a drogarme", cantaba sobre las recetas al por mayor de antidepresivos que le daban en el servicio de salud.  [nota_relacionada id=887038]

POR GARDENIA MENDOZA
ORBE@ELHERALDODEMEXICO.COM
*PERIODISTA

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