Los ricos son el origen de todos nuestros males. Esos fifís que no pudieron aguantarse las ganas de esquiar en Vail y terminaron trayéndonos el coronavirus a todos los mexicanos, y como siempre, los pobres terminarán pagando por sus pecados. Así como Jesucristo pagó por los nuestros.
Esa es la historia que nos han contado desde el inicio de nuestra raza: somos los despojados. Es la misma historia que nos contó Thalía en todas sus novelas, o el cura en todos sus sermones: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos.
[nota_relacionada id=931814]Está sucediendo: Los verdaderamente ricos, enchufados al poder, se están haciendo más ricos. Ellos siempre caerán de pie, porque el poder los necesita y ellos necesitan al poder. Los pobres, no tienen de otra, ellos siempre estarán ahí, extendiendo la mano para que el gobierno les aviente unas migajas y puedan ver con sus propios ojos un día más.
Por eso es importante acabar con la clase media (los fifís): tú y yo que nos levantamos todos los días a trabajar, la dueña de una cafetería que da empleo a cuatro personas más, el godínez que trabaja para un corporativo, un estudiante becado, el doctor que asiste a un congreso, la piloto y el sobrecargo y todos quienes han logrado el sueño de la movilidad social. Somos nosotros el nuevo enemigo de México.
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¿Por qué? Porque ningún chile nos embona. Porque nos quejamos de todo. Porque siempre estamos exigiéndole al gobierno y señalando sus errores. Porque queremos que lo que nos sucedió a nosotros le suceda a todos, y eso no es compatible con sus planes. Si tan solo desapareciéramos de una vez, si tan solo el coronavirus nos matara a todos.
Esa es la estrategia: enfrentarnos los unos a los otros. Hacerle creer al pueblo que el virus distingue entre quienes trae más de 200 pesos en la cartera y quienes no. Para su mala suerte, este virus no distingue clases sociales. Pero el virus del populismo sí, y tú que estás leyendo esto, tú eres el siguiente.
La mala: después de una consulta en la que participó menos del 4% del padrón del estado, el presidente López Obrador decidió cancelar la construcción de la planta cervecera de Constellation Brands en Baja California, cuya construcción llevaba ya dos terceras partes de avance (900 millones de dólares de inversión) y contaba con todos los contratos en regla. Con esta decisión México cierra las puertas a una inversión de 1,500 mdd y más de 34,000 empleos directos e indirectos en la región, en uno de los momentos más complicados para la economía del país.
La buena: siempre habrá otras opciones para los consumidores, por ejemplo la cervecería Rocío, una empresa 100% mexicana que fue inaugurada apenas hace cuatro meses y los dueños son los hijos del presidente López Obrador. Consume Local. [nota_relacionada id=933740]
POR CALLO
JORGEAVILESVAZQUEZ@GMAIL.COM
@CALLODEHACHA
eadp