En medio de una crisis, regresamos a lo básico. Le llamo “bendita” a esta cuarentena porque nos da la oportunidad de dos cosas: escucharnos a nosotros mismos, y hacerle frente a lo que tanta falta nos hace: la convivencia humana.
En esta cuarentena me ha dado tiempo de hacer una de las actividades que más disfruto, y que por falta de tiempo no hago: leer. Comencé con un libro, de la escritora española María Dueñas, que se llama La Templanza. Para no “spoilearlo”, a grandes rasgos, se trata de un minero, que no tenía nada, con arduo esfuerzo y trabajo se volvió rico, con prestigio social y muchas propiedades, hasta que de pronto, una mala jugada del destino, le quita todo lo que tenía, y no le queda más remedio, que volver a empezar. Con lo único que se queda es con sus vivencias, sus recuerdos y con él mismo. No le queda más remedio que volver a vivir con poco. Sin lujos, sin ajetreo social. El sólo con él mismo.
La columna de hoy se llama Bendita Cuarentena. Porque sí, es verdad que muchos están aburridos, estresados, ansiosos, con mucha incertidumbre sobre lo que va a pasar en el tema económico, de salud, etcétera. Pero la titulé “Bendita Cuarentena”, por el regalo que significa tener un tiempo y un espacio para volver a encontrarnos con nosotros mismos.
En pleno 2020, regresamos a lo básico: a leer, a estar en casa, a estar con la familia, a hacer el súper y a cocinar. Regresamos a estar solos, con nosotros mismos, contemplándonos. Haciendo introspección sobre cómo nos sentimos sin nada de lo exterior. Aprendiendo a vivir con lo estrictamente necesario.
Utilizo la palabra “Bendita”, como adjetivo para la cuarentena (ojo, que no para la crisis), porque dentro de cualquier problema, hay una parte de crecimiento, aunque a veces es difícil verla. Para mí dos cosas primordiales de estar “encerrado en mi casa” es hacer una introspección, preguntarme a mí misma, dónde estoy, hacia dónde voy, y qué quiero hacer con mi vida. No es que no lo tenga claro, simplemente quiere decir que a veces con tanto ruido, y tanto ajetreo de la vida diaria, no me escucho. Y por supuesto, no escucho a los demás. Aquí entra la segunda cosa primordial de esta “bendita” cuarentena, que es, el hacerle frente a lo que nos hace tanta falta; la convivencia humana.
Regresamos a cocinar, a limpiar, a hacernos cargo de nosotros mismos. Aquellos que son padres de familia, tienen el inmenso regalo de convivir con sus hijos, (algunos de conocerlos mejor), de platicar con ellos, de observarlos, de mirar sus rasgos, sus mañas, sus gestos, de verlos jugar, crecer, y de todo lo que se pierde, por estar corriendo, todo el tiempo, a todas horas, y de la cada vez más inevitable necesidad de estar pegados al celular.
Porque como dijo Daniel Habif “Es una oportunidad para parar con la obsesión de esta velocidad que nos tiene a todos a punto del colapso espiritual. Aprenderemos a no enfocarnos en las causas finitas, sino en las causas eternas”.
La cuarentena es bendita porque es una GRAN OPORTUNIDAD, para muchas cosas, que nos hagan ser más felices, ser mejores personas y tener paz con nosotros mismos. De regresar a lo básico y a lo realmente importante. Sin tanto adorno, sin tanta cosa que nos angustia no tener.
¿Cómo estoy yo, en esta cuarentena? Estoy feliz, por fin tengo un espacio y un tiempo para acomodarme a mi, dentro de mi. Para limpiarme, para definirme, para agradecer, para entender, para sanar. Yo, en este tiempo y este espacio. Gracias, bendita cuarentena. [nota_relacionada id=933497]
POR MARÍA DEL MAR BARRIENTOS
MARIMAR.BARRIENTOS@HERALDODEMEXICO.COM.MX
IG: @MARIMARBAT
eadp