Una derrota diplomática esperada

La reelección de Luis Almagro como Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) fue una derrota política para la diplomacia mexicana, que se había pronunciado abiertamente en favor de la ecuatoriana María Fernanda Espinosa.

Pero era también un hecho que se veía venir hace semanas, en gran medida por el activismo desplegado por la diplomacia estadounidense y brasileña, reflejado en reuniones diversas, incluso una del Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, con ocho naciones del Caribe, que dividió a un grupo usualmente unido.

Es un juego tradicional, mezcla de presiones económicas y políticas que solo puede ser sorpresa para pocos. Y de paso, suele ser exitoso.

Almagro, de 56 años y original de Uruguay, se convirtió en un secretario general muy polémico por su activismo, sobre todo por su postura en torno al gobierno de Nicolas Maduro en Venezuela, convertido en un "ave negra" para el gobierno estadounidense. 

Esa posición implicó un rompimiento con la izquierda regional, que en algún momento lo vio con simpatía dado su origen como canciller del Uruguay bajo el gobierno del presidente José Mújica.

Pero también, y no es menor, muchos en la región están incómodos con un estilo que ven como intervencionista y una ruptura de costumbres y formas de hacer las cosas: los Secretarios Generales de la OEA no tiene ni el poder ni la autoridad para actuar de forma independiente.

Ese punto fue subrayado el viernes por la representante mexicana ante la OEA, la embajadora Luz Elena Baños Rivas, que se refirió a la victoria de Almagro, por 23 votos a favor, como “muestra del triunfo de la conducción parcial de la OEA, de un Secretario General que actúa como otro Estado miembro".

Baños Rivas anotó que la reelección de Almagro fue “muy lamentable". 

Pero al mismo tiempo, hay otras vertientes.

Para la derecha regional, que parece dominante ahora, la elección de Almagro fue "una derrota del Grupo de Puebla", como lo puso el embajador de Bolivia ante la OEA, Jaime Aparicio Otero, en un mensaje de tuit.

El mismo día de la elección y en respuesta al discurso de Baños, Aparicio acusó al gobierno mexicano de tratar de intervenir en la política interna de Bolivia.

Para Andrés Oppenheimer, columnista latinoamericano del diario estadounidense Miami Herald, fue una "derrota diplomática de México y Argentina, que apoyaron a la candidata encubierta de Venezuela, que perdió por paliza". 

Espinosa representó a Ecuador ante las Naciones Unidas y fue ministro de Relaciones Exteriores primero, y años después de Defensa, con el gobierno del presidente Rafael Correa. No tenía el respaldo de su país.

Las palabras de la embajadora Baños fueron en alguna medida muestra de la irritación en la cancillería mexicana, donde algunos funcionarios se quejaron de que los EU habían "torcido el brazo" de los caribeños, y un día antes propuesto una suspensión de la votación dada la situación creada por el coronavirus.

Pero debían haberlo esperado. [nota_relacionada id=925173]

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX 

@CARRENOJOSE

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