1938

Lo cierto es que la caída en los ingresos fiscales por concepto del petróleo del gobierno es brutal. Igualmente, la recesión general

Junto con la llegada de la crisis de Coronavirus (COVID-19) como un tsunami en cámara lenta, también se avecina una crisis económica. Obviamente el gobierno sabe esto, y dice que se prepara para las dos crisis.

Pero son crisis con orígenes diferentes, y deberán tratarse así. Una, COVID-19, viene inicialmente desde el exterior, para luego propagarse internamente. Y, según los pronósticos, va a tener efectos devastadores sobre la salud y el bienestar, incluso de la vida, de miles de mexicanos.

La segunda, la crisis económica, tiene una trayectoria inversa. Ya se había instalado las tendencias económicas recesivas desde el inicio de este gobierno (en 2019 el crecimiento del PIB fue negativo: 0,1%). Para 2020 el pronóstico del Bank of America es que nos irá mucho peor: prevé un crecimiento negativo del PIB del -4,5%. Citi Banamex publicó su encuesta de expectativas, realizada entre operadores del mundo de finanzas y el sistema bancario del país, quienes estimaron una caída del PIB a -3%, en promedio para este año.

La crisis mexicana existente se topó ante la especulación brutal con la moneda nacional, con fluctuaciones diarias del 13%, aproximadamente. Esta situación obligó a Banxico y la SHCP a inyectar 4 mil millones de dólares al sistema bancario para satisfacer a los inversionistas que sacaban sus recursos del país, evitándose una estampida de inversionistas extranjeros. Al mismo tiempo, Banxico bajó la tasa de interés de referencia en 50 puntos-base (pb), de 7% a 6,5%. Hay la impresión de que al cierre del año la tasa de interés de referencia rondará el 5%.        

Lo que desató la especulación más fuerte, y la incertidumbre mayor, fue la caída del precio del petróleo, oscilando entre $14 y $18 dólares el barril. A pesar de las declaraciones triunfalistas del Presidente, argumentando que México produce el barril a $4 dólares por barril (lo cual es falso-más bien, el precio de extracción ronda los $19 dólares el barril), lo cierto es que la caída en los ingresos fiscales por concepto del petróleo del gobierno es brutal. Igualmente, la recesión general, la caída en la actividad en todos los sectores de la economía y el desempleo creciente, implica menos ingresos por retenciones fiscales de la SHCP.

La situación de la economía nacional (recesión previa a la crisis mundial), junto con la crisis mundial y caída en el precio del petróleo, han creado una tormenta de difícil pronóstico, en cuanto a sus efectos y solución se refiere. 

Por un lado, el freno a la economía que provocará un cierre total del país para parar la expansión del virus puede ser mortal para los proyectos prioritarios del gobierno (Tren Maya, refinería Dos Bocas, aeropuerto de Santa Lucía). Esto, porque el costo que habrá de inyectarse al sistema de salud será masivo, entre otras cosas porque no se actuó con anticipación para “aplanar” la curva de crecimiento de las personas infectadas.

Resolver la inminente crisis sanitaria, que explotará en los próximos de 6 a 10 días, va a requerir de recursos masivas que se le había transferido anteriormente del sector salud a los proyectos faraónicos del gobierno federal que, en el mejor de los casos, empezarán a rendir frutos, si acaso, en 8 a 10 años más adelante. En algunos casos, como los de la refinería y el tren, existe más bien la impresión de que serán, en el largo plazo, elefantes blancos y símbolos de la conducta fantasiosa e irresponsable de este gobierno.

La crisis sanitaria se montará en la crisis económica, que ya venía desde antes. Las fantasías nacionalistas sobre el petróleo-como si estuviéramos en 1938-y, en general, el sector energético, van a llevar a este gobierno (ojalá no a todo el país) a una tumba temprana. El mortal Coronavirus también matará de un golpe también a esa idea anquilosada de que existe la soberanía vive en el subsuelo.

No; la soberanía existe cuando un gobierno crea empleos bien remunerados y logra mejores términos de intercambio de bienes en el mercado mundial. No encerrándose ante la competencia y los precios mundiales de bienes, con precios controlados y precios de garantía. A la larga nada de eso función cuando se está fantaseando a partir de una realidad alterna.

México hoy vive atrapado en la fantasía de un Presidente que sueña con el pasado, supuestamente mejor, más bonito y simple. No sueña con un futuro mejor. De ahí sus desatinos de gobernanza: quiere que el Estado controle toda la economía, que negocie la paz con el crimen organizado, que nadie lo critique, que los opositores sean una ínfima minoría.

1938, pues. [nota_relacionada id=924281]

POR RICARDO PASCOE

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