Peligros del fanatismo

La mayoría ha visto el fanatismo, desde un ataque terrorista hasta una pelea en un estadio de futbol

A lo largo de la historia, las personas han puesto su fe en distintas cosas, desde religiones hasta personajes políticos.

En un principio, esto suele desembocar en la creación de movimientos religiosos, sociales y políticos que ofrecen a sus miembros la capacidad de salir de un sistema establecido para unirse a uno nuevo.

Así, más o menos, han surgido figuras religiosas y personajes de política, con opiniones y formas de pensamiento diversas.

Para la gente que los sigue, la defensa de la figura admirada se convierte en una tarea fundamental, pero ¿qué pasa cuando esa defensa se va hasta los límites de la propia razón humana? Entonces, lo que surge ya no es un simple movimiento sino algo más peligroso: el fanatismo.

La Real Academia Española define este concepto como el "Apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas".

En la religión y la política es donde más se ha podido observar el fanatismo: desde las Cruzadas, en el siglo XI, hasta el extremismo islámico, que ha caracterizado a distintos grupos terroristas en la actualidad.

En el ámbito político, ha demostrado terminar en regímenes autoritarios donde el gobernante es objeto de devoción por parte de los fanáticos; ejemplos hay en muchos personajes: Adolfo Hitler, Iósif Stalin y Mao Zedong.

El fanatismo también ha estado presente en otros ámbitos como lo es el deporte, los espectáculos y el consumismo, por mencionar algunas áreas, más presentes en la era actual.

La mayoría de las personas ha visto algún tipo de fanatismo en sus vidas, desde mirar en las noticias algún ataque terrorista, ya sea por cuestiones religiosas, raciales o crímenes de odio, hasta observar peleas entre aficionados durante un partido de futbol, sale el recuerdo de los famosos hooligans ingleses.

Incluso, el fanatismo se ha manifestado en el ámbito virtual con la inserción de la política en redes sociales, espacio donde en muchas ocasiones es difícil distinguir a un político fanático de un bot programado para atacar o defender discursos políticos.

Precisamente, el gran peligro del fanatismo se encuentra en la pérdida de una parte de humanidad en el sujeto. El fanático cede su capacidad de razón crítica a cambio de adentrarse en una zona de confort y cerrándose en ella misma muchas veces como respuesta a la abrumadora subjetividad que lo rodea.

Sería anacrónico creer que el fanatismo ha sido un concepto estable a través de la historia, pero su continua presencia en la actualidad invita a la reflexión sobre su supervivencia, así como por la aparición de nuevos tipos de fanatismos. [nota_relacionada id=854519]

POR IGNACIO ANAYA MINJAREZ

@IGNACIOANAY

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