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Marrullerías

Lejos de reconocer sus múltiples errores, el guardamtea Nahuel Guzmán se burla de sus críticos

OPINIÓN

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El guardameta argentino agredió al novato Eduardo Aguirre, del equipo Santos Laguna, el domingo pasado en el Territorio Santos Modelo de Torreón.

Lo hizo de manera grotesca, esperando el milagro de que nadie se diera cuenta. Pero como es mal actor, mucha gente se percató. Al estorbar Aguirre el despeje de Nahuel, éste lo embistió, propinándole una patada y derribándolo.

Para no variar, el árbitro no se enteró, el VAR no sirvió para nada y Arturo Brizio ni siquiera mencionó el incidente en su teleconferencia del lunes. Increíble.

Sin embargo, como en los estadios hay muchas cámaras, las repeticiones confirmaron una nahuelada más. La prensa censuró con toda razón la actitud pleitista de Guzmán y éste no dudó en calificar a sus críticos como “opibobólogos”, términajo con el que llama bobos a los periodistas. ¿Con qué cara sale a dar explicaciones confusas en Twitter? Lejos de arrepentirse, echa bronca, se pone al brinco y se burla. Eso se llama cinismo.

Imaginemos el mismo escenario, pero en Sudamérica. ¿Qué pasaría si un futbolista mexicano en Argentina opinara despectivamente sobre los periodistas de ese país? Seguramente lo lincharían, pero está claro que aquí somos tolerantes y permisivos. Nuestra sangre de atole no nos permite respingar.

Guzmán es un excelente arquero, que, sin embargo, comete frecuentes despistes. Cae en desconcentraciones, calenturas y delirios. Es proclive a desvariar.

Las tropelías de Nahuel no le restan cualidades debajo del travesaño, pero ciertamente empañan su imagen profesional como futbolista. Y eso puede llegar a afectarle a la hora de futuras convocatorias para la selección de Argentina.

Sus reacciones me hacen recordar las que tenía en su tiempo el guardameta Ángel David Comizzo, cuyos exabruptos lo llevaron a perder la cabeza en una final del campeonato mexicano contra el Cruz Azul, en la cancha de León. Comizzo echó a perder la labor de sus compañeros y entrenador (Carlos Reinoso) durante toda una temporada. Fue cuando alocadamente le cometió un penalti a Carlos Hermosillo quien, con la camiseta tinta en sangre, cobró para darle el título a La Máquina Cementera.

Lo lamentable es que como no hay ejemplaridad en los castigos, Nahuel y otros tienen la puerta abierta para seguir atropellando el reglamento sin que nadie les diga nada.

Otro factor oprobioso es que Sinergia Deportiva no pone cartas en el asunto y sigue tolerando las actitudes antideportivas del arquero del club al cual respalda y administra.

Esto no es nuevo, ya que en ocasiones anteriores hemos visto al entrenador Tuca Ferretti insultando a periodistas, sin que esta empresa emita algún comunicado para fijar su postura. Al no pronunciarse, avala tácitamente situaciones que atentan contra sus principios. El que calla, otorga.

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POR HERIBERTO MURRIETA
@BETO_MURRIETA


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