En estos momentos el mundo pasa por su peor crisis en materia democrática. No me refiero a la simplicidad de votar y ser votado, sino de manera más amplia, de forma conceptual. Hoy la concepción de izquierda y derecha ya no existe, se diluyó en el imaginario colectivo y los habitantes del planeta no reconocen las coordenadas del cartesiano político. ¿O alguno de ustedes podría situar a Biden, Putin, López Obrador, Duque, Macron, Angela Merkel, Pedro Sánchez o Trudeau como militantes ideológicos? No, hoy la política es pragmatismo puro. Esto queda manifestado en la pandemia. Los mandatarios tomaron decisiones apresuradas, plantaron cara al virus que sigue azotando al planeta y no deja lugar para romanticismos políticos.
Ante este vértigo, debemos hacer una pausa. Respirar. Ha llegado el momento de repensar la política y reivindicarla. Volver al pensamiento aristotélico y hacer de esta una herramienta útil para los ciudadanos alrededor del mundo. Los debates y discusiones ya no deberían de estar enclavados en izquierdas o derechas, en liberales o conservadores, en fifís o chairos, debemos enfocarnos en revitalizar los partidos políticos, en que vuelvan a ser los vehículos representativos de la sociedad, para así pensar en la política como algo necesario.
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En este sentido, estas reflexiones llegan desde el sur del continente americano. Pensar desde el sur, han repetido varios autores, entre ellos Boaventura de Sousa Santos, quien -a mi consideración- lo plasma de mejor manera: “Las epistemologías del sur son la expresión de la lucha por la dignidad contra un doble desperdicio: el intelectual y el político, y contra una doble injusticia: la social y la cognitiva, ambas inseparables”, refiriendo a que el sistema económico, político, religioso y social ha sido impuesto desde el norte, y más desde el norte occidental. Cuando pensamos el mundo sólo nos enfocamos en Europa y EU, dejando fuera los pensamientos y dinámicas de cada nación y sus pobladores originarios. Por lo que aprovechando la toma de posesión de Luis Arce, presidente de Bolivia, el Grupo de Puebla se manifestó al respecto: “Nos alegra doblemente, ya ambos han participado de este espacio de líderes y lideresas latinoamericanas que fundáramos hace un año, para defender las ideas progresistas en la región iberoamericana […] Al presidente Luis Arce y al vicepresidente David Choquehuanca les deseamos el mayor de los éxitos por el bien de Bolivia y de América Latina”.
Sin embargo, para mejorar el ejercicio del poder, no hay que focalizar los esfuerzos en sólo la alternativa que se manejó en su momento por el socialismo del siglo XXI, esa estrategia “infalible” nos mostró que no son mejores administradores que sus antecesores conservadores, ni que son menos corruptos, que sus reajustes en la economía no han contribuido a solucionar la crisis provocada por la desaceleración económica mundial, esa izquierda latinoamericana que llegó con la esperanza de renovar los liderazgos políticos se quedó en el imaginario colectivo que buscaba mejorar sus condiciones y creer en funcionarios que terminaron por convertirse en líderes unipersonales.
POR ADRIANA SARUR
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