Donald Trump

Trump, ¿Un líder tercermundista?

El mandatario se adueñó de tal manera del Partido Republicano que ahora sus líderes temen desafiarlo

Trump, ¿Un líder tercermundista?
José Carreño Figueras/ Desde Afuera/ Opinión El Heraldo de México Foto: FOTO: Especial

Alguna vez, cuando el presidente Donald Trump recién iniciaba su gobierno y tomaba las primeras medidas controversiales, entre broma y verdad un periodista mexicano saludó a un grupo de colegas estadounidenses con la frase "bienvenidos al tercer mundo".

En aquel momento era un chiste, pero reflejaba la noción de que Trump sería un mandatario distinto a los que había tenido Estados Unidos: visto ya por su egocentrismo, era también conocido como un empresario que trataba de avasallar a quienes lo rodeaban.

Sin embargo, cuando el pasado lunes 5 de octubre un Trump que se proclamaba curado de un contagio de COVID-19 diagnosticado apenas el viernes se quitó la mascarilla protectora con que salió del hospital en un gesto teatral, que pretendía ser valiente, en el balcón de la Casa Blanca, la imagen fue ilustrativa.

"En Estados Unidos, nuestros presidentes generalmente han evitado las escenas de balcones de hombres fuertes, eso es para otros países con sistemas autoritarios", escribió Michael Beschloss, un historiador especializado en la Presidencia, en un mensaje de tuit citado por The New York Times.

Y la idea puede complementarse con la imagen del propio Trump, que a cara descubierta y confiado en su invulnerabilidad arrojaba mascarillas quirúrgicas a partidarios que también desprotegidos lo rodeaban el lunes en Orlando, Florida, pese a la posibilidad de contagios.

Es cierto que el gesto del mandatario implicaba también un desafío a la enfermedad, que de hecho ha fracturado la imagen de su gobierno y de defensa ante la creciente tormenta política a su alrededor y el brutal golpe a sus posibilidades de reelección.

Pero también es cierto que para muchos, el gesto subrayó la tendencia del presidente Trump a usar los poderes de su cargo para desplazar a sus oponentes políticos o tan dispuesto a reproducir el estilo de los "hombres fuertes".

Al principio hubo dudas de qué tan lejos podría o quería llegar el empresario que se convirtió en el gobernante de la principal potencia del mundo.

Ahora, se sabe que su visión de autoridad es completa, sin limitaciones, como la que ejercía –o se dice aún ejerce– en sus empresas. O el líder de un país en desarrollo.

"Tengo el derecho de hacer lo que quiera como Presidente", dijo durante un discurso ante jóvenes. 

Y en cierta forma tiene razón. Por un lado, se adueñó de tal manera del Partido Republicano que sus líderes temen desafiarlo y la mayoría de los legisladores –senadores y diputados– republicanos que cuestionaron su conducta en algún momento no fueron reelectos o tuvieron problema para serlo. Y los posibles disidentes no quieren arriesgarse a que pase algo similar.

Una buena parte de la base republicana parece seguirlo como si fuera un líder mesiánico y está dispuesta a correr cualesquier riesgo para acercarse a él en sus apariciones. Y castigar a quienes lo ofendan.

POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
@CARRENOJOSE1

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