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Fuera complots

Lo mejor que podríamos hacer en esta nueva década es dejar atrás nuestra tendencia de buscar teorías estrafalarias para explicar infortunios

OPINIÓN

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Culpar a un cabal de malhechores por todo lo que aqueja a la humanidad es un vicio mucho más dañino que fumar. Los pogromos de la Santa Inquisición, las cacerías de brujas de Massachusetts, el genocidio de los judíos en la Alemania Nazi, los sinsentidos acerca de conservadores en las mañaneras; todos son producto de la holgazanería mental que alimenta las teorías del complot.

Para ser más precisos: nada es complot por la simple razón de que todo es complot. Todo fenómeno social, económico, y político, es el resultado de la confabulación de un grupo de actores para efectuar un cambio. Lo que hace que las teorías de la conspiración sean peligrosas es cuando: 1) señalan al "otro" como un enemigo que actúa con mezquindad, 2) se exagera la importancia del enemigo para que su derrota se convierta en imperativo. El "complot", en su sentido perverso y dañino, busca explicar todo por medio de un "malo" todopoderoso. Eso es lo que no existe.

Esto no quiere decir que no haya actores turbios que promueven sus intereses por encima del bien común. Por ejemplo, las petroleras escondieron resultados de investigaciones que mostraban que los hidrocarburos están detrás de la catástrofe ambiental mundial. Quienes perpetraron el encubrimiento (y, en ambos casos, la difusión de información falsa), deben ir a la cárcel.

Sin embargo, no hay un malo todopoderoso. Las petroleras lograron retrasar el combate al cambio climático porque en su propaganda encontraron eco en una sociedad demasiado confundida, dividida, y enamorada de su rampante consumismo para prestarle atención a los daños que está causando. Las conspiraciones sólo funcionan cuando la sociedad las permite.

Cuando la izquierda habla de un contubernio "neoliberal" se refiere simplemente a que líderes del PRI y del PAN promovieron políticas de libertades económicas a partir de la catástrofe económica del populismo mexicano en 1982. Éstas no tuvieron un grupo particular a la cabeza: por convicción, y de manera legítima, los actores políticos implementaron lo que ellos creían era lo mejor para el país.

Hoy, la derecha habla de un complot por parte de los miembros del Foro de Sao Paulo que, según ellos, quieren convertir a México en Venezuela. La realidad es que el Foro de Sao Paulo nace de un intento legítimo de redimensionar la izquierda latinoamericana después de la humillación que les propinó la caída del Muro de Berlín. En esa organización están desde guerrilleros hasta socialdemócratas en oposición, como es el caso del PRD. Los que así quieran están en su derecho de promover una agenda que propone una "dictadura del proletariado" y nosotros estamos en nuestro derecho de rechazar sus barbaridades.

Las teorías de conspiración son catastrofistas y nos debilitan. Las personas tenemos el derecho de promover nuestros intereses y nuestra ideología dentro del marco de la ley. Transparentemos los actores y debatamos en público lo que le tenemos miedo en privado.

POR AGUSTÍN BARRIOS GÓMEZ
PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN IMAGEN DE MÉXICO Y CONDUCTOR DE ADN40 NEWS
@agustin-barriosgomezBARRIOSG



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